1. La antropología
y el estudio de la cultura
En este capítulo se explica qué
es la antropología, a qué se dedican los antropólogos y para qué sirve la
antropología.
También se da una definición de
cultura y se establecen ciertas características generales de las culturas que
en adelante serán empleadas para explicar diferencias y semejanzas culturales.
La antropología es el estudio de la
humanidad, de los pueblos antiguos y modernos y de sus estilos de vida. Dada la
amplitud y complejidad del tema, las
diferentes ramas de la antropología se centran en distintos aspectos o
dimensiones de la experiencia humana. Algunos antropólogos estudian la
evolución de nuestra especie, denominada científicamente Homo
sapiens, a partir de especies más antiguas. Otros investigan cómo el Homo
sapiens ha llegado a poseer la facultad, exclusivamente humana, para el
lenguaje, el desarrollo y diversificación de los lenguajes y los modos en que
las lenguas modernas satisfacen las necesidades de la comunicación humana.
Otros, por último, se ocupan de las tradiciones aprendidas de pensamiento y
conducta que denominamos culturas,
investigando cómo surgieron y se diferenciaron las culturas antiguas, y cómo y
por qué cambian o permanecen iguales las culturas modernas. Dentro de los
departamentos de antropología de las principales universidades de los Estados
Unidos las diferentes perspectivas de la antropología suelen estar
representadas por cuatro campos de estudio: antropología cultural (a veces
llamada antropología social), arqueología, lingüística antropológica y
antropología física (Fried, 1972; Goldschmidt, 1979)*. Las distintas ramas de
las principales áreas se describen en el Cuadro 1.1.
* Véase p. 188 para una explicación del
sistema de citas usado en este libro.
Cuadro 1.1
Un cuadro antropológico
Frecuentemente, los antropólogos
se identifican con una o más ramas especializadas pertenecientes a los cuatro
campos más importantes. Lo que
sigue es solamente una lista parcial.
ANTROPOLOGÍA CULTURAL
• Antropología aplicada.
Estudia y hace propuestas para solucionar problemas prácticos y evaluar
resultados.
• Antropología médica.
Estudia los factores biológicos y culturales en la salud y en la enfermedad y
el tratamiento
del enfermo.
• Antropología urbana.
Estudia la vida en la ciudad.
• Antropología del desarrollo.
Estudia las causas del subdesarrollo y del desarrollo entre las naciones menos
desarrolladas.
ARQUEOLOGÍA
• Arqueología histórica.
Estudia las culturas del pasado reciente por medio de una combinación de
material
escrito archivado y excavaciones
arqueológicas.
• Arqueología industrial.
Usa técnicas de la arqueología histórica para centrarse en factorías e
instalaciones
industriales.
• Arqueología contractual.
Lleva a cabo encuestas arqueológicas para la defensa del medio ambiente y la
protección de lugares históricos.
LINGÜÍSTICA ANTROPOLÓGICA
• Lingüística histórica.
Reconstruye los orígenes de lenguas específicas y de las familias de lenguas.
• Lingüística descriptiva.
Estudia la sintaxis y la gramática de las lenguas.
• Sociolingüística.
Estudia el uso actual de la lengua en la comunicación cotidiana.
ANTROPOLOGÍA FÍSICA (BIOLÓGICA)
• Primatología.
Estudia la vida social y biológica de los monos, grandes monos y otros
primates.
• Paleontología humana.
Busca y estudia restos fósiles de primitivas especies humanas.
• Antropología forense.
Identifica a las víctimas de asesinatos y accidentes.
• Genética de la población.
Estudia las diferencias hereditarias en las poblaciones humanas.
3
La antropología cultural se
ocupa de la descripción y análisis de las culturas —las tradiciones socialmente
aprendidas— del pasado y del presente. Tiene una subdisciplina, la etnografía,
que se consagra a la descripción sistemática de
culturas contemporáneas. La comparación de
culturas proporciona la base para hipótesis y teorías sobre las causas de los estilos
humanos de vida. Aunque este libro se centra fundamentalmente en los hallazgos
de los antropólogos culturales, los hallazgos de las otras clases de
antropólogos son esenciales para muchos de los temas que se tratarán.
La arqueología añade
una dimensión crucial a esta empresa. Desenterrando los vestigios de culturas
de épocas pasadas, los arqueólogos pueden estudiar amplias secuencias de la
evolución social y cultural bajo diversas condiciones naturales y culturales.
Su aportación a la comprensión de las características actuales de la existencia
humana y al contraste de las teorías de la causación histórica es
imprescindible.
La lingüística antropológica aporta
otra perspectiva crucial: el estudio de la gran diversidad de lenguas habladas
por los seres humanos. Los lingüistas de orientación antropológica intentan
reconstruir la historia de estas lenguas y de familias lingüísticas enteras. Se
interesan por la forma en que el lenguaje influye y es influido por otros
aspectos de la vida humana, por la relación entre la evolución del lenguaje y
la evolución del Homo sapiens,
así como por la relación entre la evolución de las lenguas y la evolución de
las diferentes culturas. La antropología física fundamenta
los demás campos de la antropología en nuestro origen animal y nuestra
naturaleza biológicamente determinada. Los antropólogos físicos tratan de
reconstruir el curso de la evolución humana mediante el estudio de los restos
fósiles. Asimismo intentan describir la distribución de las variaciones hereditarias
entre las poblaciones contemporáneas, y deslindar y medir las aportaciones
relativas de la herencia, la cultura y el medio ambiente a la vida humana.
¿Por qué la antropología?
Muchas otras disciplinas, además de la
antropología, se ocupan del estudio de los seres humanos. Nuestra naturaleza animal
es objeto de intensa investigación por parte de biólogos, genetistas y
fisiólogos. Sólo en la medicina, centenares de especialistas investigan el
cuerpo humano, y los psiquiatras y psicólogos buscan juntos la esencia de la
mente y el alma humanas. Muchas otras disciplinas —entre ellas la sociología,
la geografía humana, la psicología social, la historia, la ciencia política, la
economía, la lingüística, la teología, la filosofía, la musicología, el arte,
la literatura y la arquitectura— se ocupan de nuestro comportamiento cultural,
intelectual y estético. Están, además, los llamados «especialistas en áreas»,
que estudian las lenguas y estilos de vida de determinados pueblos, naciones y
regiones: «latinoamericanistas», «indianistas», «sinólogos», etc. ¿Cuál es
entonces el rasgo distintivo de la antropología? Lo que diferencia nuestra
disciplina de las otras es su carácter global y comparativo. Otras disciplinas
abordan únicamente un segmento concreto de la experiencia humana o una época o
fase concretas de nuestro desarrollo cultural y biológico. Los hallazgos de la
antropología, en cambio, no se basan jamás en el estudio de una sola población,
raza, tribu, clase, nación, tiempo o lugar. Los antropólogos insisten, ante
todo, en la necesidad de contrastar las conclusiones extraídas del estudio de
un grupo humano o de una determinada civilización con datos procedentes de
otros grupos o civilizaciones. De esta manera, la importancia de la
antropología trasciende los intereses de cualquier tribu, raza, nación o
cultura concretas. Desde la perspectiva antropológica, todos los pueblos y
culturas revisten el mismo interés como objetos de estudio. Por ello, la
antropología se opone al punto de vista de los que creen ser los únicos
representantes del género humano, estar en el pináculo del progreso o haber
sido elegidos por Dios o la Historia para moldear el mundo a su imagen y
semejanza. Para el antropólogo, el único modo de alcanzar un conocimiento
profundo de la humanidad consiste en estudiar tanto las tierras lejanas como
las próximas, tanto las épocas remotas como las actuales. Y adoptando esta
visión amplia de la experiencia humana, quizá logremos arrancarnos las
anteojeras que nos imponen nuestros propios estilos de vida para vernos a
nosotros mismos como realmente somos. Debido a su perspectiva biológica,
arqueológica, lingüística, cultural, comparativa y global, la antropología
tiene la clave de muchas cuestiones fundamentales. Los antropólogos han
realizado importantes aportaciones a la comprensión del significado de la
herencia animal de la humanidad y, por tanto, a la definición de lo que es
característicamente humano en la naturaleza humana. La estrategia antropológica
reúne en sí los elementos necesarios para analizar el significado de los actores
raciales en la evolución de las culturas y en los avalares de la vida
contemporánea. También posee la clave para comprender los orígenes de la
desigualdad social en forma de racismo, sexismo, explotación, pobreza y
subdesarrollo internacional.
¿Por qué estudiar antropología?
La mayor parte de los antropólogos pasan su
vida enseñando en universidades y colegios, y realizando investigaciones
de índole universitaria. Pero cada vez más
antropólogos encuentran empleo en puestos no académicos. Los museos,
especialmente los de historia natural, arqueológicos y etnológicos han confiado
durante largo tiempo en la experiencia de los antropólogos. En los últimos años
los antropólogos han tenido una buena acogida en una gran variedad de puestos
públicos y privados: en el sector público, en órganos gubernamentales
relacionados con el bienestar, el abuso de drogas, la salud mental, el impacto
del medio ambiente, la vivienda, la educación, la ayuda exterior y el
desarrollo agrícola; y en el sector privado, como asesores de relaciones
personales y étnicas y como asesores de dirección en empresas multinacionales;
así como miembros de la plantilla de hospitales y fundaciones. Teniendo en
cuenta la importancia creciente de estos puestos no académicos como fuente de
empleo para los antropólogos, muchos departamentos de antropología de
universidades han iniciado o ampliado programas de antropología
aplicada (véase Capítulo 15. Antropología aplicada).
Estos programas constituyen un suplemento a los estudios antropológicos
tradicionales, con preparación en estadística, lenguajes de programación y
otros conocimientos adecuados para solucionar problemas prácticos en las
relaciones humanas bajo una amplia variedad de condiciones naturales y
culturales. A pesar de la ampliación de oportunidades en campos aplicados, el
estudio de la antropología continúa siendo de gran valor no sólo por las
oportunidades de empleo que presenta, sino por su contribución a la comprensión
básica de las variaciones y relaciones humanas. De la misma forma que la
mayoría de los estudiantes de matemáticas no llegan a ser matemáticos, la
mayoría de los estudiantes de antropología no llegan a convertirse en
antropólogos. La antropología juega un papel tan básico como el de las
matemáticas en los campos de las relaciones humanas, como el derecho, la
medicina, el cuidado de los niños, la educación, el gobierno, la psicología, la
economía y la administración de empresas. Sólo siendo sensible y aprendiendo a
enfrentarse a las dimensiones culturales de la existencia humana cabe esperar
ser efectivo en cualquiera de estos campos. En palabras de Frederica de Laguna,
«la antropología es la única disciplina que ofrece un esquema conceptual para
el contexto global de la experiencia humana... Es como una carretilla sobre la
que pueden acomodarse los diversos temas de una educación liberal, y mediante
la distribución de la carga, hacerla más manejable y fácil de llevar»
(1968:475). La definición de cultura Cultura es
el conjunto aprendido de tradiciones y estilos de vida, socialmente adquiridos,
de los miembros de una sociedad, incluyendo sus modos pautados y repetitivos de
pensar, sentir y actuar (es decir, su conducta). Esta definición sigue el
precedente sentado por sir Edward Burnett Tylor, fundador de la antropología
académica y autor del primer libro de texto de antropología general. La
cultura... en su sentido etnográfico, es ese todo complejo que comprende
conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera otras
capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en tanto que miembro de la
sociedad. La condición de la cultura en las diversas sociedades de la
humanidad, en la medida en que puede ser investigada según principios
generales, constituye un tema apto para el estudio de las leyes del pensamiento y la acción humanos (1871:1). Algunos
antropólogos, empero, restringen el significado de «cultura» exclusivamente a
las reglas mentales para actuar y hablar compartidas por los miembros de una
determinada sociedad. Estiman que estas reglas constituyen una especie de gramática
de la conducta y consideran las acciones como fenómenos de índole «social» más
que «cultural». Ésta es la distinción que algunos antropólogos tratan de
establecer cuando diferencian la antropología social de la cultural
(Goodenough, 1970). Ninguna confusión puede derivarse de la definición más
inclusiva, siempre que se tenga el cuidado de indicar si se está hablando de
las ideas y sentimientos culturalmente determinados pertenecientes a la vida
mental de la gente, de las actividades culturalmente determinadas que realizan
con sus cuerpos, o de ambas cosas. Hay otro tipo de distinción entre «social» y
«cultural» también bastante frecuente. Algunos sociólogos y antropólogos emplean
el término «social» para designar la relación entre los distintos grupos de una
sociedad. Para estos científicos sociales, la «cultura» se refiere a los
estilos de vida de los miembros de una sociedad, pero no a la estructura grupal
de ésta. Con arreglo al uso que seguiremos en este libro, los grupos sociales y
sus relaciones mutuas se considerarán como aspectos de la cultura. La familia,
por ejemplo, es un grupo social que se ajusta a la cultura de la vida doméstica
de una sociedad concreta, pero que también la refleja. ¿Cuál es entonces la
definición de sociedad? Una sociedad es
un grupo de personas que comparten un hábitat común y que dependen unos de
otros para su supervivencia y bienestar. Debido al hecho de que muchas grandes
sociedades están constituidas por clases, grupos étnicos, regiones y otros
subgrupos significativos, frecuentemente conviene referirse a las subculturas
y estudiarlas. Así, por ejemplo, podemos referirnos a la
subcultura de los negros norteamericanos, la subcultura de los suburbios o la subcultura
de los campesinos en Brasil. Endoculturación y relativismo cultural La
cultura de una sociedad tiende a ser similar en muchos aspectos de una
generación a otra. En parte, esta continuidad en los estilos de vida se
mantiene gracias al proceso conocido como endoculturación.
La endoculturación es una experiencia de aprendizaje parcialmente consciente y
parcialmente inconsciente a través de la cual la generación de más edad incita,
induce y obliga a la generación más joven a adoptar los modos de pensar y
comportarse tradicionales. Así, los niños chinos usan palillos en lugar de
tenedores, hablan una lengua tonal y aborrecen la leche porque han sido
endoculturados en la cultura china en vez de en la de los Estados Unidos. La
endoculturación se basa, principalmente, en el control que la generación de más
edad ejerce sobre los medios de premiar y castigar a los niños. Cada generación
es programada no sólo para replicar la conducta de la generación anterior, sino
también para premiar la conducta que se adecué a las pautas de su propia experiencia
de endoculturación y castigar, o al menos no premiar, la conducta que se desvía
de éstas.
El concepto de endoculturación (pese a sus
limitaciones, que analizaremos más adelante) ocupa una posición central enel
punto de vista distintivo de la antropología moderna. La incomprensión del
papel que desempeña en el mantenimiento de las pautas de conducta y pensamiento
de cada grupo forma el núcleo del fenómeno conocido como etnocentrismo.
El etnocentrismo es la creencia de que nuestras propias pautas de conducta son
siempre naturales, buenas, hermosas o importantes, y que los extraños, por el
hecho de actuar de manera diferente, viven según modos salvajes, inhumanos,
repugnantes o irracionales. Las personas intolerantes hacia las diferencias
culturales, normalmente, ignoran el siguiente hecho: Si hubie5 ran sido
endoculturados en el seno de otro grupo, todos estos estilos de vida
supuestamente salvajes, inhumanos, repugnantes e irracionales serían ahora los
suyos. Todos los antropólogos culturales son tolerantes y sienten curiosidad
por las diferencias culturales. Algunos, no obstante, han ido más lejos y
adoptado el punto de vista conocido como relativismo
cultural, con arreglo al cual toda pauta culturales, intrínsecamente,
tan digna de respeto como las demás. Aunque el relativismo cultural es una
manera científicamente aceptable de referirse a las diferencias culturales, no
constituye la única actitud científicamente admisible. Como todo el. mundo, los
antropólogos también se forman juicios éticos sobre el valor de las diferentes
clases de pautas culturales. No hay por qué considerar el canibalismo, la
guerra, el sacrificio humano y la pobreza como logros culturales valiosos para llevar
a cabo un estudio objetivo de estos fenómenos. Nada hay de malo en tratar de
estudiar ciertas pautas culturales porque se desee cambiarlas. La objetividad
científica no tiene su origen en la ausencia de prejuicios —todos somos
parciales— , sino en tener cuidado de no permitir que los propios prejuicios
influyan en el resultado del proceso de investigación (Jorgensen, 1971). Limitaciones
del concepto de endoculturación En las condiciones del mundo actual no se
requiere ninguna sabiduría especial para comprender que la endoculturación no
puede explicar una parte considerable de los estilos de vida de los grupos
sociales existentes. Está claro que la replicaciónde las pautas culturales de
una generación a otra nunca es completa. Las antiguas pautas no siempre se
repiten con exactitud en generaciones sucesivas, y continuamente se añaden
pautas nuevas. En los últimos tiempos, este fenómeno de innovación ha alcanzado
tales proporciones en las sociedades industriales que los adultos, programados
como estaban para la continuidad intergeneracional, se han sentido alarmados.
El fenómeno en cuestión ha sido denominado «abismo generacional ». Como explica
Margaret Mead: Hoy en día, en ninguna parte del mundo hay ancianos que sepan lo
que los niños ya saben; no importa cuan remotas y sencillas sean las sociedades
en las que vivan estos niños. En el pasado siempre había ancianos que sabían más
que cualquier niño en razón de su experiencia de maduración en el seno de un
sistema cultural. Hoy en día no los hay. No se trata sólo de que los padres ya
no sean guías, sino de que ya no existen guías, los busquemos en nuestro propio
país o en el extranjero. No hay ancianos que sepan lo que saben las personas
criadas en los últimos veinte años sobre el mundo en el que nacieron
(1970:77-78). Evidentemente, la endoculturación no puede explicar el «abismo
generacional»; más bien hay que suponer que ha habido una ruptura en el proceso
de endoculturación y que un número cada vez mayor de adultos no ha sabido
inducir eficazmente a sus hijos a replicar sus propias pautas de pensamiento y
conducta. Por tanto, la endoculturación sólo puede explicar la continuidad de
la cultura, no su evolución. Incluso en lo que se refiere a la continuidad, la
endoculturación tiene importantes limitaciones. Toda pauta replicada no es necesariamente
el resultado de la programación de una generación por obra de otra. Muchas
pautas replicadas son producto de la reacción de sucesivas generaciones ante
condiciones de vida social parecidas. La programación recibida puede incluso
diferir de las pautas reales; es decir, la gente puede ser endoculturada para
comportarse de cierta manera, pero verse obligada, a causa de factores que
escapan a su control, a comportarse de otra. Por ejemplo: la endoculturación es
responsable de la replicación de las pautas de conducta asociadas a la
conducción de un automóvil. Otra pauta replicada la constituyen los atascos de
tráfico. Es evidente que a los conductores no se les programa para provocar
embotellamientos, sino para circular con fluidez y eludir los obstáculos. Sin
embargo, los atascos de tráfico constituyen un fenómeno cultural sumamente
pautado. El fenómeno de la pobreza
exige, como habrá ocasión de constatar, un análisis similar. Muchos pobres se
alojan en viviendas, se alimentan, trabajan y constituyen familias según pautas
que replican la subcultura de sus padres, no porque sus progenitores deseen que
sigan estas pautas, sino porque se enfrentan a los mismos condicionamientos
políticos y económicos (véase Capítulo 11. Grupos
estratificados: clases, castas, minorías y etnias).
La difusión Mientras que la endoculturación hace referencia a la transmisión
de rasgos culturales por vía generacional, la difusión
designa la transmisión de rasgos culturales de una cultura y
sociedad a otra distinta. Este proceso es tan frecuente que cabe afirmar que la
mayoría de los rasgos hallados en cualquier sociedad se han originado en otra.
Se puede decir, por ejemplo,
que el gobierno, religión, derecho, dieta y
lengua del pueblo de los Estados Unidos son «préstamos» difundidos desde otras
culturas. Así, la tradición judeo-cristiana
proviene del Oriente Medio, la democracia parlamentaria de la Europa
occidental,
los cereales de nuestra dieta —arroz,
trigo, maíz— de civilizaciones antiguas y remotas, y la lengua inglesa de una
amalgama
de diversas lenguas europeas.
A principios de este siglo (véase Difusionismo
p. 183) la difusión era considerada por muchos antropólogos como
la explicación
más importante de las diferencias y
semejanzas culturales. Los persistentes efectos de este punto de vista todavía
se pueden apreciar en intentos de explicar
las semejanzas entre grandes civilizaciones como consecuencia de derivar unas
de otras: Polinesia de Perú, o viceversa;
las tierras bajas de Mesoamérica* de las altas; China de Europa, o viceversa;
el
Nuevo Mundo (las Américas) del Viejo, etc.
No obstante, en años recientes, la difusión ha perdido fuerza como principio
explicativo. Nadie duda de que, en general,
cuanto más próximas están dos sociedades, tanto mayores serán sus semejanzas
culturales. Pero estas semejanzas no se
pueden atribuir, sencillamente, a una tendencia automática a la difusión de
rasgos.
* Mesoamérica es México más América
Central.
6
Es probable que sociedades próximas en el
espacio ocupen ambientes similares; de ahí que sus semejanzas puedan deberse
a la adaptación a condiciones parecidas
(Harner, 1970). Existen, además, numerosos casos de sociedades en estrecho
contacto
durante cientos de años que mantienen
estilos de vida radicalmente diferentes. Por ejemplo, los incas del Perú
tuvieron
un gobierno de tipo imperial, mientras que
las vecinas sociedades de la selva carecían de cualquier forma de liderazgo
centralizado. Otros casos son el de los
cazadores africanos de la selva del Ituri y sus vecinos, los agricultores
bantúes, y en
el sudoeste de Norteamérica el de los
sedentarios indios pueblo y sus vecinos los apaches, merodeadores nómadas. En
otras
palabras, la resistencia a la difusión es
tan común como su aceptación. Si no fuese así, no habría conflicto entre los
católicos
y los protestantes de Irlanda del Norte;
los mexicanos hablarían inglés (o los norteamericanos español) y los judíos
aceptarían la divinidad de Jesucristo.
Además, incluso si se acepta la difusión como explicación, aún permanece la
cuestión
de por qué el elemento difundido se originó
en el primer lugar. Finalmente, la difusión no puede dar cuenta de muchos
ejemplos notables en los que se sabe que
pueblos que no han tenido ningún medio de contacto inventaron herramientas y
técnicas similares y desarrollaron formas
de matrimonio y creencias religiosas análogas.
En síntesis, la difusión no es más
satisfactoria que la endoculturación como explicación de rasgos culturales
similares.
Si en la determinación de la vida social
humana sólo interviniesen la difusión y la endoculturación, lo lógico sería
esperar
que todas las culturas fueran y
permanecieran idénticas, pero esto no es así.
No hay que concluir, empero, que la difusión
no desempeña papel alguno en la evolución sociocultural. La proximidad
entre dos culturas a menudo influye en la
dirección y el ritmo de los cambios, y moldea detalles específicos de la vida
sociocultural,
aunque tal vez no logre moldear los rasgos
generales de las dos culturas. Por ejemplo, la costumbre de fumar
tabaco se originó entre los pueblos nativos
del hemisferio occidental y después de 1492 se difundió a los rincones más
apartados del globo. Esto no hubiera
sucedido de haber permanecido América aislada de los demás continentes. Sin
embargo,
el contacto, por sí solo, aporta una
explicación parcial, puesto que cientos de otros rasgos originarios de América
(como
vivir en tiendas de campaña o cazar con
arco y flecha) no fueron asimilados ni siquiera por los colonos que se
establecieron
en la vecindad de los pueblos nativos.
Aspectos mentales y conductuales de la cultura
Hablando con la gente los antropólogos se
enteran de un vasto mundo interior de pensamientos y sentimientos. Este
mundo interior existe en diferentes niveles
de conciencia. Hay, en primer lugar, pautas muy alejadas de la conciencia. Las
reglas gramaticales son un ejemplo de tales
«estructuras profundas». En segundo lugar, existen pautas más próximas a la
conciencia, que se pueden conocer
fácilmente planteando las preguntas adecuadas. Cuando se le pide, normalmente,
la
gente puede formular valores, normas y
códigos de conducta apropiados para actividades como destetar bebés, cortejar a
miembros del sexo opuesto, elegir líderes,
tratar enfermedades, recibir a huéspedes, clasificar a parientes, rendir culto
a
Dios, etc. No obstante, hay veces en que
estas reglas, proyectos y valores no están formalizados o no son plenamente
conscientes.
Finalmente, existen reglas de conducta y
enunciados de valores, proyectos, objetivos y aspiraciones plenamente
conscientes, explícitos y formales que
pueden ser discutidos en el transcurso de conversaciones ordinarias, estar
escritos en
códigos de derecho o ser anunciados en
reuniones públicas (por ejemplo, las reglas referentes al vertido de basuras, a
los
modos de realizar depósitos bancarios, a un
partido de fútbol, a la violación de la propiedad, etcétera).
Finalmente, para complicar más las cosas,
las culturas tienen normas no solamente para regular el comportamiento, sino
para romper las normas de comportamiento
—como cuando uno aparca enfrente de una señal que dice «no aparcar», o se
cuela en un estadio sin pagar la entrada.
Pero la conversación no es la única fuente
de conocimiento antropológico acerca de una cultura. Además de eso, los
antropólogos
observan, miden, fotografían y toman notas
de lo que hace la gente durante sus actividades diarias, semanales o
anuales. Observan los nacimientos que
tienen lugar, asisten a los funerales, acompañan a expediciones de caza,
presencian
ceremonias de matrimonio, y asisten a otros
muchos acontecimientos y actividades cuando están teniendo lugar. Esos
acontecimientos
y actividades reales constituyen el aspecto
conductual de la cultura.
Aspectos emic y etic
de la cultura
La distinción entre elementos mentales y
conductuales no da respuesta al interrogante de cómo describir adecuadamente
una cultura en su totalidad. El problema
estriba en que los pensamientos y la conducta de los participantes pueden
enfocarse
desde dos perspectivas contrapuestas: desde
la de los propios participantes y desde la de los observadores. En ambos
casos son posibles las descripciones
científicas y objetivas de los campos mental y conductual. Pero, en el primero,
los
observadores emplean conceptos y
distinciones que son significativos y apropiados para los participantes; y en
el segundo,
conceptos y distinciones significativos y
apropiados para los observadores. El primero de estos dos modos de estudiar la
cultura se llama emic
y el segundo etic (véanse
Sistemas fonémicos p. 21 para la
derivación de estos términos a partir de
fonética y
fonética). La prueba de la adecuación de las
descripciones y análisis emic es
su correspondencia con una visión
del mundo que los participantes nativos aceptan
como real, significativa o apropiada. Al llevar a cabo la investigación en el
modo emic,
los antropólogos tratan de adquirir un conocimiento de las categorías y reglas
necesarias para pensar y actuar
como un nativo. Intentan averiguar, por
ejemplo, qué regla subyace en el uso del mismo término de parentesco para la
madre y la hermana de la madre entre los
bathonga; o cuándo es apropiado humillar a los huéspedes entre los kwakiutl; o
entre los quinceañeros norteamericanos,
cuándo se puede quedar para salir con un chico o una chica.
En cambio, la prueba de la adecuación de
las descripciones etic es,
sencillamente, su capacidad para generar teorías
científicas sobre las causas de las
diferencias y semejanzas socioculturales. En vez de emplear conceptos que sean
necesariamente
reales, significativos y apropiados desde
el punto de vista del nativo, el antropólogo se sirve de categorías y reglas
7
derivadas del lenguaje de la ciencia que a
menudo le resultarán poco familiares al nativo. Los estudios etic
comportan con
frecuencia la medición y yuxtaposición de
actividades y acontecimientos que los informadores nativos encuentran
inadecuados
o carentes de significado.
Emic, etic
y ratio de sexos en el ganado vacuno
El siguiente ejemplo demuestra la
importancia de la diferencia entre el conocimiento de tipo emic
y el de tipo etic en
aspectos no lingüísticos de una cultura. En
el distrito de Trivandrum del estado de Kerala, en la India meridional, los agricultores
insistían en que nunca acortarían
deliberadamente la vida de uno de sus animales, en que nunca lo matarían ni lo
dejarían morir de hambre, afirmando así la
prohibición hindú contra el sacrificio del ganado vacuno. Sin embargo, entre
los
agricultores de Kerala la tasa de
mortalidad de los terneros es casi el doble que la de las crías de sexo
contrario. De hecho,
el número de hembras de 0-1 años supera al
de los machos del mismo grupo de edad en una proporción de 100 a 67. Los
mismos agricultores son plenamente
conscientes de que los segundos tienen más probabilidades de morir que las
primeras,
pero atribuyen la diferencia a la relativa
«debilidad» de los machos. «Los machos —suelen decir— enferman más a menudo
». Al preguntarles cómo explicaban esta
propensión, algunos sugirieron que los machos comían menos que las hembras.
Finalmente, varios de ellos admitieron que
esto se debía a que sólo se les permitía permanecer unos pocos segundos junto a
las ubres de la madre. A nadie, empero, se
le ocurrió afirmar que, dada la escasa demanda de animales de tiro en Kerala,
se
decide sacrificar a los machos y criar a
las hembras. La perspectiva emic de
la situación es que nadie, consciente o voluntariamente,
acortaría la vida de un ternero. Una y mil
veces los agricultores afirmaban que todas las crías, independientemente
de su sexo, tenían «derecho a la vida».
Pero la dimensión etic de
la situación es que la proporción de sexos en el ganado
vacuno se ajusta de un modo sistemático a
las necesidades de la ecología y la economía locales mediante un «bovicidio»
preferencial de los machos. Aunque no se
sacrifican los teneros indeseados, se los deja morir de hambre con mayor o
menor
rapidez. En otras regiones de la India, en
donde predominan diferentes condiciones ecológicas y económicas, se practica
un «bovicidio» etic
que afecta a las hembras en vez de a los machos, dando lugar en
algunos estados a una proporción de
más de 200 bueyes adultos por cada 100
vacas (véase Capítulo 12. La religión para
una discusión más detenida sobre los
aspectos emic
y etic del
ganado vacuno en la India).
El patrón universal
Para poder comparar las culturas, el
antropólogo tiene que recoger y organizar los datos referentes a las mismas en
relación
con aspectos o partes del todo
sociocultural presentes en todas las culturas. La estructura de estas partes
recurrentes se
denomina patrón
universal.
La mayoría de los antropólogos coincidirá
en que todas las sociedades humanas han de tener dispositivos culturales de
índole conductual y mental para satisfacer
las necesidades de la subsistencia, la reproducción, la organización del
intercambio
de bienes y trabajo, la vida en el seno de
grupos domésticos y grandes comunidades, así como los aspectos creativos,
expresivos, lúdicos, estéticos, morales e
intelectuales de la vida humana. Sin embargo, no hay acuerdo sobre cuántas
subdivisiones
de estas categorías deben reconocerse ni
sobre qué prioridad ha de otorgárseles a la hora de la investigación.
En este libro se utilizará un patrón
universal integrado por tres divisiones principales: infraestructura,
estructura y superestructura.
1. Infraestructura.
Se compone de las actividades etic y
conductuales mediante las cuales toda sociedad satisface
los requisitos mínimos de subsistencia (modo
de producción) y regula el crecimiento demográfico (modo
de
reproducción).
2. Estructura.
Se halla constituida por las actividades económicas y políticas de tipo etic
y conductual mediante
las cuales toda sociedad se organiza en grupos
que distribuyen, regulan e intercambian bienes y trabajo. Se
puede hablar de economías
domésticas o economías políticas como
componentes universales en el nivel estructural,
según que el foco de organización se centre
en los grupos domésticos o en las relaciones internas y
externas de la sociedad global.
3. Superestructura.
Está integrada por la conducta y pensamiento dedicados a actividades
artísticas, lúdicas, religiosas
e intelectuales junto con todos los
aspectos mentales y emic de
la estructura e infraestructura de una cultura.
La pluralidad de las teorías antropológicas
Aunque todos los antropólogos subrayan la
importancia del enfoque multidimensional, comparativo y global, a menudo
no están de acuerdo sobre cuál sería el
mejor camino a seguir para explicar y comprender la condición humana. Unos
mantienen
que la cultura no puede ni debería ser
estudiada de la forma en que los científicos estudian los fenómenos naturales.
En cambio, otros sostienen que la
antropología puede descubrir procesos causales de la misma manera que los
biólogos
descubren las causas de la evolución
biológica o los meteorólogos descubren las causas del tiempo. Incluso entre los
antropólogos
que creen que existen causas concretas de
las instituciones y los estilos de vida, sin embargo no hay acuerdo en
cuáles sean esas causas.
Los tipos de investigación que los
antropólogos llevan a cabo y los tipos de conclusiones que subrayan están muy
influenciados
por las suposiciones básicas que ellos
hacen acerca de las causas de la evolución cultural. Estos supuestos básicos
hechos por los antropólogos de diferentes
líneas teóricas se llaman estrategias de investigación.
8
No es concebible un libro de texto que intente
representar todas las estrategias de investigación actuales, sin inclinarse
hacia alguna de ellas y con igual
dedicación para todas. En los siguientes capítulos el autor ha hecho un
esfuerzo consciente
para incluir puntos de vista alternativos
en temas controvertidos. Sin embargo, es inevitable que la estrategia de
investigación
del propio autor domine la exposición. La
estrategia de investigación seguida en este libro enfatiza la infraestructura
como una causa de la estructura y la
superestructura, y a esto se le llama materialismo cultural. En el apéndice
encontraremos
una descripción de los principios básicos
del materialismo cultural y de las estrategias de investigación antropológica
alternativas.
Resumen
La antropología es el estudio de la
humanidad. Sus cuatro ramas principales son la antropología cultural o social,
la arqueología,
la lingüística antropológica y la
antropología física. El punto de vista que la distingue es su perspectiva
global,
comparativa y multidimensional. Aunque la
mayoría de los antropólogos se encuentran empleados en puestos académicos,
hay un número cada vez mayor que se dedica
a la antropología aplicada en una amplia variedad de campos de la conducta y
las relaciones humanas. El estudio de la
antropología es de gran valor para cualquiera que se proponga realizar una
carrera
en un campo afectado por la dimensión
cultural de la existencia humana.
Una cultura consiste en las formas de
pensar, sentir y actuar, socialmente adquiridas, de los miembros de una
determinada
sociedad. Las culturas mantienen su
continuidad mediante un proceso de endoculturación. Al estudiar las diferencias
culturales es importante mantenerse en
guardia frente al hábito mental llamado etnocentrismo, que surge como
consecuencia
de no apreciar los efectos de largo alcance
de la endoculturación sobre la vida humana. Sin embargo, la endoculturación
no puede explicar cómo y por qué cambian
las culturas. Además, no todas las recurrencias culturales en diferentes
generaciones
son resultado de la endoculturación. Algunas
son el resultado de reacciones a condiciones o situaciones similares
Mientras que endoculturación designa el
proceso por el cual se transmite la cultura de una generación a la siguiente,
la
difusión designa el proceso mediante el
cual se transmite la cultura de una sociedad a otra. La difusión, al igual que
la endoculturación,
no es automática y no puede ser por sí sola
un principio explicatorio. Sociedades vecinas pueden tener tanto
culturas muy semejantes como muy
diferentes.
La cultura, tal como se define en este
libro, consiste tanto en acontecimientos que tienen lugar dentro de la mente de
las
personas como en la conducta exterior de
estas mismas personas. Los seres humanos pueden describir sus pensamientos y
conducta desde su propio punto de vista.
Por tanto, al estudiar las culturas humanas debemos dejar claro si es el punto
de
vista del participante nativo o el punto de
vista del observador lo que se está expresando. Éstos son los puntos de vista emic
y etic,
respectivamente. Los términos emic y
etic han sido tomados prestados de la distinción
lingüística entre fonémica y
fonética.
Tanto el aspecto mental como el conductual de una cultura pueden enfocarse
desde los puntos de vista emic o
etic.
Las versiones emic
y entic de la realidad con frecuencia difieren notablemente,
aunque hay un cierto grado de correspondencia
entre ellas.
Además de los aspectos emic,
etic, mental y conductual, todas las culturas
participan de un mismo patrón universal. El
patrón universal empleado en este libro
consiste en tres componentes: infraestructura, estructura y superestructura.
Éstos, a
su vez, consisten, respectivamente, en los
modos de producción y reproducción; economía doméstica o política; y los
aspectos
creativo, expresivo, estético e intelectual
de la vida humana. La definición de estas categorías es esencial para la
organización de la investigación.
Los antropólogos siguen distintas
estrategias de investigación. La estrategia de investigación seguida en este
libro subraya
la importancia causal de la infraestructura
y se conoce como materialismo cultural.
9
2. Genes, evolución y cultura
En este capítulo se discute la
relación entre el proceso evolutivo biológico y el desarrollo de un «despegue»
cultural,
exclusivo de los seres humanos.
Se muestra que la cultura está codificada en el cerebro y no en los genes, las
unidades de
la herencia biológica. Se
examinan las teorías de los creacionistas científicos y se refutan sus ataques
contra el evolucionismo
en biología y en antropología.
La capacidad humana para la cultura es un
resultado de los procesos evolutivos biológicos, de los cuales el de mayor
importancia es el conocido como selección
natural. Ésta tiene lugar como consecuencia de la capacidad
reproductora de la
vida, potencialmente infinita, y la
naturaleza real y finita del espacio y la energía de los que depende. La
selección natural
actúa sobre las unidades básicas de la
herencia, los genes,
localizados en las células reproductoras de todos los organismos.
Actúa aumentando o disminuyendo la
frecuencia de las variantes genéticas, cuya fuente principal son las mutaciones
—
«errores» que ocurren durante el proceso de
replicación de los propios genes—. Algunas variantes genéticas mejoran la
eficacia biológica de los individuos que las
poseen; otras, por el contrario, la disminuyen. Aquí, eficacia
biológica (fitness)
no significa más que el número de
descendientes en los que aparece una variante genética determinada en
generaciones
sucesivas. Los genes que conducen a una
eficacia biológica más alta se dice que son «seleccionados»; mientras que los
genes que conducen a una eficacia biológica
más baja se dice que son «contraseleccionados».
La eficacia biológica está asociada a
muchas clases diferentes de factores. Puede estar relacionada con la capacidad
de
un organismo para resistir las
enfermedades, conquistar o defender espacios con más seguridad u obtener
energía en cantidades
mayores o más seguras. También puede estar
relacionada con una mayor eficiencia y seguridad en algún aspecto del
propio proceso de reproducción.
Mediante el éxito reproductor diferencial,
la selección natural puede alterar drásticamente la frecuencia de los genotipos
(es decir, de los tipos de genes) en unas
pocas decenas de generaciones. Un ejemplo del poder de la selección natural
para
elevar la frecuencia de un gen raro es la
aparición de cepas de bacterias resistentes a la penicilina. Los genes que
confieren
esta resistencia se encuentran presentes en
las poblaciones normales de bacterias, pero sólo en un pequeño porcentaje de
individuos. Sin embargo, como consecuencia
del éxito reproductor diferencial de estos individuos la cepa de bacterias
resistentes
se convierte pronto en el genotipo más
común.
Selección natural frente a lucha por la supervivencia
Durante el siglo XIX, los darwinistas
sociales consideraron la «lucha por la supervivencia» de Malthus como la causa
principal tanto de la evolución biológica
como cultural (véase Apéndice p.
181 ). Así, la selección natural se describió incorrectamente
como la lucha directa entre individuos por
recursos escasos y compañeros sexuales, e incluso como la depredación
y destrucción de unos organismos por otros
de la misma especie. Aunque la muerte y la competencia dentro de la
propia especie influyen a veces en la
evolución biológica, los factores que fomentan el éxito reproductor diferencial
no
están relacionados, en general, con la
capacidad de un organismo para destruir a otros miembros de su propia población
o
impedirles que obtengan nutrientes, espacio
o compañeros sexuales.
Hoy en día, los biólogos reconocen que la
selección natural favorece tanto la cooperación como la competencia dentro
de las especies. En las especies sociales
la perpetuación de los genes de un individuo a menudo depende tanto del éxito
reproductor de sus parientes próximos como
de su propia supervivencia y reproducción. Muchos insectos sociales tienen
incluso «castas» estériles que aseguran su
propio éxito genético criando la prole de sus hermanos fértiles.
Selección natural y conducta
La selección natural no sólo moldea la
anatomía y fisiología de los organismos; también puede influir en las
características
de su conducta. Así, por ejemplo, hay genes
específicos que determinan qué especie de mosca de la fruta volará hacia
arriba o hacia abajo al ser atacada por un
depredador, la puesta de los huevos de una avispa en un determinado tipo de
oruga,
los rituales de apareamiento de los peces,
la construcción de las telarañas, la conducta especializada de ciertas castas
de
insectos y otros innumerables impulsos y
características instintivas de las especies animales.
Es importante comprender cómo se establece
una determinada conducta. Los «errores» de conducta que cometen los
organismos no son sino expresión de
«errores» en sus genes. En las Islas Galápagos, por ejemplo, hay varias
especies de
iguanas que nadan y se sumergen entre las
olas en busca de alimento. Estos lagartos descienden de especies genéticamente
«programadas» para cazar en tierra. Pero
aparecieron «errores» en el programa que permitieron a algunos individuos
aventurarse
a vivir más cerca del mar. Probablemente
los genes desviados fueron seleccionados porque aumentaban los recursos
alimenticios de las iguanas que se aventuraban
en el mar. Al ser seleccionadas en el transcurso de muchas generaciones,
estas iguanas fueron programadas para nadar
y sumergirse más que para cazar en tierra. La secuencia puede describirse
esquemáticamente como:
1 0
Genotipo original «error»
genético
desviación
de conducta
selección
nuevo
genotipo
La evolución del aprendizaje
Aunque para los organismos resulta muy útil
estar equipados con un programa específico de respuestas de conducta de
la especie, codificado en sus genes, hay
otro tipo de conducta que tiene ciertas ventajas sobre la programación
genética. Es
la conducta programada como resultado del
aprendizaje. El aprendizaje permite a los organismos adaptarse y obtener la
ventaja más efectiva que proporciona una
variedad de oportunidades más amplia, para lograr un éxito reproductor, que la
que es posible a través de la programación
genética. Por ejemplo, las gaviotas aprenden a reconocer y a seguir a los
barcos
de pesca, y aprenden a localizar
restaurantes de comida rápida, basureros y otras fuentes de desperdicios, y por
eso las
gaviotas han ampliado en gran medida su
eficacia biológica sin cambiar su genotipo,
como se indica esquemáticamente en
la siguiente secuencia:
Genotipo original respuestas
aprendidas
selección
genotipo
original
De hecho, podría decirse que es esencial
para la eficacia biológica de las gaviotas que la adquisición de estas nuevas
respuestas de conducta no esté ligada a
variaciones en el genotipo. Una gaviota programada genéticamente para
permanecer
sobre la línea de costa no sería capaz de
aprovechar las oportunidades que presenta seguir a los barcos de pesca hasta el
mar. O esperar a que los dueños de
McDonald's tiren sus patatas fritas en el embarcadero.
La capacidad para aprender ha sido
seleccionada en muchas especies animales superiores precisamente porque el
aprendizaje es un método más flexible y
rápido de obtener un éxito reproductor que la evolución genética. El
aprendizaje
permite a una población adaptarse u obtener
ventaja de las nuevas oportunidades en una única generación, sin tener que
esperar la aparición y desarrollo de
mutaciones genéticas.
Cultura no humana
La selección de una mayor capacidad de
aprendizaje constituye el paso hacia el surgimiento de la cultura como una
fuente importante de repertorios
de conductas aprendidas (es decir, pautas rutinarias de conducta
que pueden activarse en
el momento apropiado). Esta capacidad tiene
una base neurológica; depende de la evolución de cerebros más grandes y más
complejos y de especies más «inteligentes».
Muchas especies no humanas son lo bastante
inteligentes para poseer tradiciones rudimentarias. Las aves canoras, por
ejemplo, tienen cantos tradicionales que
varían de una población a otra dentro de una misma especie; muchos animales
siguen rutas hacia determinadas charcas o
pastos durante generaciones; otros emigran a lugares de nidificación
tradicionales.
El ejemplo más elaborado de cultura no
humana se ha encontrado, sin que constituya una sorpresa, entre los parientes
más próximos de nuestra especie, los monos
y los grandes simios.
Los primatólogos del Instituto de
Investigación de Primates de la Universidad de Kioto han encontrado una amplia
variedad
de tradiciones entre las hordas de monos
locales. Los machos de ciertas manadas, por ejemplo, se turnan para cuidar
de los pequeños mientras sus madres se
alimentan. Esto es característico sólo de las manadas de Takasakiyama y
Takahashi.
También se han observado otras diferencias
culturales. Cuando los monos de Takasakiyama comen los frutos del
muku, arrojan el duro hueso interior o lo
tragan y lo excretan en las heces. Pero los monos de Arishiyama rompen el hueso
con sus dientes y comen la pulpa interior.
Algunas manadas comen mariscos; otras no. También se han observado diferencias
culturales respecto a las distancias
características que los monos mantienen entre sí durante la alimentación y
respecto
al orden de machos, hembras y crías en
formación de marcha cuando atraviesan el bosque.
Los científicos del Instituto de
Investigación de Primates han podido observar el proceso real mediante el que
se difunden
innovaciones de conducta de individuo a
individuo y cómo llegan a formar parte de la cultura de la manada
independientemente
de la transmisión genética. Para atraer a
los monos a la costa y observarlos más fácilmente se dispusieron algunas
batatas en la playa. Un día, una hembra
joven empezó a lavar la arena de las batatas sumergiéndolas en un pequeño
arroyo que corría a través de la playa.
Esta conducta de lavado se extendió a todo el grupo y sustituyó gradualmente a
la
costumbre de frotar primero. Nueve años más
tarde, del 80 al 90 por ciento de los animales lavaban sus batatas, unos en el
arroyo, otros en el mar. Cuando se esparció
trigo sobre la playa, los monos de Koshima pasaban al principio mucho tiempo
separando los granos de la arena. Sin
embargo, bien pronto, la misma hembra joven inventó un proceso para separar la
arena del trigo, y esta conducta fue
adquirida por los demás. El proceso consistía en sumergir el trigo en el agua:
el trigo
flota y la arena se va al fondo (Itani,
1961; Itani y Nishimura, 1973; Miyadi, 1967).
Culturas rudimentarias entre los grandes simios
Durante un periodo de muchos años, Jane van
Lawick-Goodall y sus colaboradores han estudiado la conducta de una
única población de chimpancés en libertad
en el Parque Nacional del Gombe, en Tanzania. Uno de sus descubrimientos
más notables es que los chimpancés «pescan»
hormigas y termitas. «Termitear» implica primero romper una ramita o un
trozo de enredadera, quitar las hojas y
ramas laterales y luego localizar un termitero apropiado. El termitero es duro
como
el cemento e impenetrable excepto por
ciertas entradas de galerías someramente ocultas. El chimpancé levanta la fina
cubierta
que tapa el orificio de la galería e
introduce la ramita, cuyo extremo muerden las termitas del interior, luego la
saca y
lame las termitas que cuelgan de ella.
Especialmente impresionante es el hecho de que los chimpancés preparan primero
la
ramita y luego la llevan en sus bocas de un
nido a otro mientras buscan la entrada de una galería apropiada (Van Lawick-
Goodall, 1968). «Hormiguear» es una
interesante variante. Los chimpancés del Gombe «pescan» una especie de hormigas
cazadoras nómadas y agresivas que pueden
infligir una mordedura dolorosa. Al encontrar el nido subterráneo temporal de
estas hormigas los chimpancés fabrican un
utensilio con una ramita verde que introducen en el nido; en ese momento,
cientos
de feroces hormigas trepan por ella para
repeler al invasor:
El chimpancé observa cómo suben y cuando
las hormigas casi han alcanzado su mano, retira la ramita rápidamente.
En una fracción de segundo desliza
rápidamente la otra mano por toda ella... agarrando las hormigas en
masa entre el pulgar y el índice. Luego se
las echa a la boca que espera abierta y las mastica con furia (McGrew,
1977:278).
Los chimpancés también fabrican «esponjas»
para absorber el agua de los huecos de los árboles. Deshojan una ramita,
ponen las hojas en su boca, las mastican
brevemente, ponen la masa de hojas en el agua, dejan que se empapen, las
vuelven
a poner en su boca y chupan el agua.
Emplean una esponja similar para secar su piel, limpiarla de sustancias
pegajosas y
limpiar las nalgas de los bebés chimpancés.
Los chimpancés del Gombe también emplean
palos como palancas y útiles de excavación para despegar nidos de hormigas
arbóreas y ensanchar la entrada de colmenas
subterráneas.
Por otra parte, otros observadores han
visto a los chimpancés en sus hábitats nativos golpear frutos de piel dura,
semillas
y nueces con palos o piedras. Un chimpancé
en la selva del Budongo, Uganda, utilizaba una hoja sobre una ramita
como espantamoscas (Sugiyama,1969).
Los chimpancés parecen ir más lejos que
otros primates en la utilización de armas y proyectiles. Arrojan piedras,
excrementos
y palos con considerable precisión. Bajo
condiciones semicontroladas se ha observado que esgrimen grandes
palos con propósitos mortales. Un
investigador (Kortlant, 1967) construyó un leopardo relleno cuya cabeza y cola
podían
moverse mecánicamente. Colocó al leopardo
en la zona habitada por los chimpancés y cuando éstos lo vieron hizo moverse
las piezas del leopardo. Los chimpancés
atacaron al leopardo con grandes palos, lo desgarraron y arrastraron los restos
hacia los matorrales.
No parece que haya genes específicos
responsables de la pesca de termitas, de hormigas y de las otras conductas
indicadas
más arriba en los chimpancés. En realidad,
para que tenga lugar dicha conducta, deben encontrarse presentes en los
chimpancés jóvenes capacidades
genéticamente determinadas para el aprendizaje, la manipulación de objetos y la
alimentación
omnívora. Pero estas capacidades y
predisposiciones biológicas generales no pueden explicar la pesca de termitas y
hormigas. Supuestos sólo grupos de
chimpancés jóvenes, varitas y nidos de termitas, es poco probable que se dé tal
pesca.
El ingrediente que falta sería la
información acerca de la pesca de termitas y hormigas almacenada en los
cerebros de los
chimpancés adultos.
Entre los chimpancés del Gombe, los jóvenes
no comienzan a pescar termitas hasta que tienen de 18 a 22 meses de
edad. Al principio su conducta es desmañada
e ineficaz, y no adquieren la suficiente habilidad hasta los 3 años
aproximadamente.
Van Lawick-Goodall fue testigo muchas veces
de pequeños que observaban atentamente cómo los adultos pescaban
termitas. Los aprendices que obtenían buena
pesca con frecuencia descartaban los palitos de pescar termitas e intentaban
utilizar sus propios recursos. Pescar
hormigas, con el riesgo de ser mordidos, les lleva más tiempo aprenderlo. Los
chimpancés más jóvenes logran una cierta
habilidad hacia los 4 años de edad (McGrew, 1977:282). La conclusión de que
pescar hormigas es un rasgo cultural
resulta fortalecida por el hecho de que los chimpancés de otros lugares no
explotan las
hormigas cazadoras a pesar de que la
especie está ampliamente distribuida por todo el continente africano. Al mismo
tiempo,
otros grupos de chimpancés explotan otras
especies de hormigas en formas que difieren de la tradición del Gombe. Por
ejemplo, los chimpancés de las montañas
Mahali, a 170 kilómetros al sur del Gombe, introducen varitas y raspan el interior
de los nidos de hormigas arbóreas, las
cuales son ignoradas por los chimpancés del Gombe (Nishida,1973).
¿Por qué es tan rudimentaria la cultura entre los no
humanos?
El desarrollo de tradiciones de fabricación
y utilización de utensilios sería de gran valor para cualquier especie
inteligente.
¿Por qué entonces estas tradiciones han
permanecido tan rudimentarias entre todas las especies excepto para nosotros
y para nuestros antepasados inmediatos? La
respuesta tiene que ver con la necesidad de combinar una inteligencia
avanzada con una configuración apropiada de
las extremidades, los dedos y los pulgares.
Aunque los primates son lo bastante
«inteligentes» como para utilizar utensilios, su anatomía y modo normal de
existencia
les impiden desarrollar amplias tradiciones
de utilización de utensilios. Entre los monos y los simios, la utilización
de la mano para el manejo de utensilios no
ha sido muy frecuente por la necesidad de usar las extremidades anteriores para
caminar y trepar. Por eso, probablemente,
la conducta de utilización de utensilios más común entre las diversas especies
1 2
diferentes de monos y simios consiste en
repeler a los intrusos con una barrera de nueces, piñas, ramas, frutos,
excrementos
o piedras. Arrojar estos objetos sólo
requiere una pérdida momentánea de la capacidad para correr o trepar si el
peligro
amenaza.
En el principio fue el pie
La separación de la línea de antepasados
que conduce a los seres humanos de la línea que lleva a los grandes simios
contemporáneos ocurrió, probablemente, hace
unos 8 ó 14 millones de años (Kay, 1981:150). Hace unos 3 millones de años
hubo al menos dos tipos de homínidos
(miembros de la familia humana), uno llamado Australopitecino,
que se extinguió, y
otro llamado Homo
habilis, que fue un ancestro remoto de nuestra especie. Lo más
destacable de estos dos tipos de homínidos
es que sus cerebros no eran mayores que el
de un chimpancé. Sabemos que fueron homínidos porque sus extremidades
y tronco ya estaban completamente adaptados
para caminar erguidos —¡hay incluso huellas de pisadas de hace 3 millones
de años que lo demuestran!—. Inicialmente
los homínidos no fueron seleccionados por su capacidad cerebral, sino por su
peculiar marcha erguida. Por qué se
seleccionó este tipo de marcha llamada bipedismo aún
es materia de debate; pero está
claro que una vez que las manos no
necesitaron ser tan largas para caminar o correr, el empleo de utensilios pudo
desarrollarse
más allá del nivel característico de los
monos y simios. Ahora, utensilios como garrotes, palos para excavar y martillos
y cuchillos de piedra podían transportarse
en las manos sin dificultar la capacidad para explorar, moverse y escapar del
peligro. La fabricación y utilización de
estos utensilios podría entonces beneficiarse de las experiencias compartidas
de
muchos individuos.
Cuando el empleo de utensilios llegó a ser
más importante, la selección natural favoreció a los individuos más cerebrados,
que estaban mejor capacitados para
codificar y transmitir tradiciones de conducta. Esto, a su vez, condujo a más y
mejores utensilios y a una confianza aún
mayor en la endoculturación como fuente de conducta apropiada; lo que a su vez
condujo a variedades aún más cerebradas de
homínidos.
Así, durante varios millones de años, la evolución
de la cultura y la del cerebro y cuerpo humano en una máquina de
aprendizaje de eficacia creciente fueron
parte de un simple proceso evolutivo. Los utensilios de piedra asociados con
los
cerebros tamaño simio de los primeros
homínidos se hicieron más complejos. más perfeccionados y más especializados
para cortar, escarbar y arrojar cuando al Homo
habilis le sucedió el Homo erectus hace
unos 2 millones de años y cuando al
Homo erectus le
sucedió el Homo sapiens hace
unos 100.000 años.
Despegue cultural
Con la aparición del Homo
sapiens, la relación entre evolución cultural y biológica sufrió un
profundo cambio. Durante
los últimos 100.000 años el tamaño del
cerebro humano no ha aumentado (¡de hecho, ha disminuido algo!). Sin embargo,
la
complejidad y velocidad de cambio de los
sistemas socioculturales humanos se ha incrementado en muchos órdenes de
magnitud. Este hecho deja claro que para
comprender los últimos 100.000 años de evolución de la cultura, deben
destacarse
fundamentalmente los procesos que son
distintivos de la cultura. La selección natural y la evolución orgánica se
encuentran
en la base de la cultura; pero una vez que
la capacidad para la cultura se desarrolló completamente, un vasto número de
diferencias y semejanzas culturales pudo
surgir y desaparecer de forma completamente independiente de cambios en los
genotipos.
Lenguaje y despegue cultural
Estrechamente ligada con el despegue
cultural se encuentra la capacidad, exclusivamente humana, para el lenguaje y
para sistemas de pensamiento apoyados en el
lenguaje. Aunque otros primates emplean sistemas de señales complejos para
facilitar la vida social, los lenguajes
humanos son cualitativamente diferentes de todos los otros sistemas animales de
comunicación.
Las características originales de los
lenguajes humanos surgieron indudablemente de cambios genéticos relacionados
con la mayor dependencia de los primeros
homínidos de las tradiciones del empleo de utensilios y otras actividades
sociales facilitadas por el intercambio y
acumulación de información.
Una forma de resumir las características
especiales del lenguaje humano es decir que hemos logrado una «universalidad
semántica» (Greenberg, 1968). Un sistema de
comunicación que tiene universalidad semántica puede
transmitir información
sobre aspectos, dominios, propiedades,
lugares o sucesos pasados, presentes o futuros, tanto existentes como posibles,
reales como imaginarios, próximos o
lejanos.
Otra forma de expresar lo mismo es decir
que el lenguaje humano es infinitamente productivo
semánticamente (Hockett
y Ascher, 1964). Esto significa que a cada
mensaje que enviamos siempre podemos añadirle otro cuyo significado no puede
predecirse de la información de mensajes
anteriores, y que podemos continuar ampliando tales mensajes sin pérdida de la
eficacia con la que tal información está
codificada. En el Capítulo 3 se hace una discusión más detallada de los
componentes
de la universalidad semántica.
En los últimos años, una serie de
experimentos revolucionarios ha demostrado que el abismo entre las capacidades
para
el lenguaje del hombre y de los simios no
es tan grande como se ha supuesto. Sin embargo, estos mismos experimentos han
demostrado que hay factores innatos,
específicos de la especie, que impiden superar este abismo. Se han realizado
muchos
intentos inútiles de enseñar a los
chimpancés a hablar al estilo humano. Pero después de seis años de
entrenamiento intensivo,
el chimpacé Viki sólo aprendió a decir
«mamá», «papá» y «taza» («cup»). Se encontró que el aparato vocal de los simios
hace que les sea anatómicamente imposible
reproducir los sonidos necesarios para la conversación humana. Entonces
se dirigió la atención hacia el intento de
enseñar a los simios a utilizar lenguajes simbólicos y a leer y escribir.
Washoe, un
13
chimpancé hembra, aprendió 160 símbolos
estándar diferentes de Ameslan (American Sign Language). Washoe utilizaba
estos símbolos productivamente. Primero
aprendió el símbolo para «abrir» con una determinada puerta y posteriormente
amplió espontáneamente su uso, más allá del
contexto inicial del entrenamiento, a todas las puertas cerradas, luego a
recipientes
cerrados como frigoríficos, armarios,
cajones, carteras, cajas y tarros. Cuando Susan, ayudante de investigación,
pisaba la muñeca de Washoe, ésta tenía
muchas formas de decirle lo que pensaba: «Arriba, Susan; Susan, arriba; mío,
por
favor, arriba; ¡venga, chica!, por favor,
zapato; más mío; arriba, por favor; por favor, arriba; más arriba; chica abajo;
zapato
arriba; chica arriba; por favor, levanta»
(Gardner y Gardner, 1971, 1975).
David Premack (1971, 1976) empleó un juego
de fichas de plástico para enseñar a una chimpancé llamada Sara el significado
de un conjunto de 130 símbolos con los que
podían comunicarse entre sí. Premack podía efectuar preguntas más
bien abstractas como: «iA qué se parece una
manzana?» Sara podía responder seleccionando las fichas para «rojo», «redondo
», «rabillo» y «menos agradable que las
uvas». Premack hizo un esfuerzo especial por incorporar ciertas reglas
gramaticales
rudimentarias en su lenguaje
humano-chimpancé. Sara podía responder adecuadamente a la orden en ficha de
plástico: «Sara, pon la banana en el cubo y
la manzana en el plato». No obstante, Sara, por sí misma, no pidió cosas tan
complejas a Premack.
Otro método, con un chimpancé de 3 años y
medio llamado Lana, empleaba un teclado controlado por ordenador y un
lenguaje escrito conocido como Yerkish.
Lana podía leer y escribir, correctamente, frases como «por favor, máquina,
abre
la ventana», distinguiendo entre frases que
empezaban apropiada o inapropiadamente y que tenían combinaciones permitidas
y prohibidas de palabras Yerkish en
secuencias permitidas y prohibidas (Rambaugh,1977).
Tanto Washoe como Lucy, un chimpancé criado
por Roger Fouts, aprendieron a generalizar el signo para «sucio» a partir
del signo para «excrementos». ¡Lucy lo
aplicaba a Fouts cuando éste rechazaba sus peticiones! Lucy también inventó las
combinaciones «grito, daño, alimento» para
nombrar los rábanos y «fruta dulce» para sandía. Koko, un gorila hembra
adiestrada por Francine Patterson, ostenta
hasta el momento el récord de 300 palabras Ameslan. Koko indicaba «dedo
brazalete
» para anillo; «blanco tigre» para cebra;
«ojo sombrero» para máscara. Koko también ha empezado a hablar de sus
sentimientos internos, indicando felicidad,
tristeza, temor y vergüenza (Hill, 1978:98-99).
Un logro importante de estos estudios es
que han demostrado que los chimpancés capaces de usar signos pueden traspasar
su habilidad a los chimpancés que no saben
usarlos sin la mediación del ser humano. Loulis, un chimpancé de diez
meses, fue presentado a Washoe, que adoptó
al bebé y en seguida empezó a hacerle signos. A los treinta y seis meses,
Loulis
estaba usando veintiocho tipos de signos
que había aprendido de Washoe. Después de cinco años de aprender a usar
signos de Washoe y de otros dos chimpancés
con esta habilidad, pero no de seres humanos, Loulis había aprendido a usar
cincuenta y cinco signos.
Aún es más notable el hecho de que Washoe,
Loulis y otros chimpancés que sabían usar signos emplearan regularmente
ese lenguaje para comunicarse unos con
otros incluso cuando no había personas delante. Estas «conversaciones» fueron
grabadas en video y tuvieron lugar entre 118
y 649 veces al mes (Fouts y Fouts,1985).
Sin embargo, es evidente que aún hay un
gran abismo entre la utilización del lenguaje en los humanos y en los simios.
A pesar del esfuerzo por tratar de enseñar
a los simios a comunicarse, ninguno ha adquirido la destreza lingüística de un
niño de 3 años (Terrace, 1979). Lo que
demuestran todos estos experimentos es que es completamente plausible concebir
la
selección natural como el medio que ha dado
origen a la capacidad del hombre para la universalidad semántica, seleccionando
dotes intelectuales ya presentes en forma
rudimentaria entre nuestros ancestros homínidos tipo simio (Parker, 1985:
622).
La raciología científica
La posición adoptada en este libro es la de
que las causas de las semejanzas y diferencias socioculturales son de índole
cultural más que biológica. Hemos visto que
se pueden construir teorías culturales plausibles y verificables para explicar
muchos aspectos repetitivos y variables de
la vida social humana.
En el siglo XIX, casi todos los occidentales
cultos eran firmes partidarios de las doctrinas de la raciología
científica.
Creían que los asiáticos, africanos y
americanos nativos sólo podían alcanzar la civilización industrial lenta e
imperfectamente.
Los científicos del siglo XIX insistían en que
tenían pruebas científicas de la superioridad intelectual de los blancos y
que un abismo biológico insuperable
separaba a éstos del resto de la humanidad (Haller,1971). Admitían la
posibilidad de
algún que otro «genio» africano, asiático o
americano nativo; pero aducían que las capacidades hereditarias de las razas
eran drásticamente diferentes. Estas
teorías raciológicas se basaban en el hecho de que, en el siglo XIX, los
europeos habían
impuesto sus costumbres por la fuerza de
las armas, el engaño y el comercio hasta controlar casi toda la especie humana.
La aparente incapacidad de los asiáticos,
africanos y americanos nativos para resistir la intrusión de los ejércitos,
comerciantes,
misioneros y gobernantes europeos se
interpretó como prueba viviente de que éstos eran biológicamente superiores.
La explicación racial de la dominación
política europea era una excusa para el colonialismo europeo y la explotación y
esclavizamiento de pueblos incapaces de
defenderse contra la avanzada tecnología bélica europea. Hoy en día, pocos
científicos
informados atribuirían la temporal
superioridad tecnológica de Europa y Norteamérica a factores raciales. Europa
no
ha dispuesto siempre de la tecnología más
avanzada. En diversos estadios de la evolución de la cultura han sido pueblos
no
europeos, de Asia o África, los que han
llevado la delantera. Además, con la desmembración de los grandes imperios
coloniales,
sería extremadamente temerario para las
naciones industriales avanzadas imaginar que su herencia racial va a
protegerlas
del creciente poder económico y político
del Tercer Mundo.
El desarrollo económico de Japón, versión
asiática del de Gran Bretaña y Alemania, descarta la posibilidad de que el
logro de una tecnología avanzada sea
atribuible a genes más comunes en unas razas que en otras. El problema con la
inter1
4
pretación racial de la historia y la
evolución cultural consiste en que no puede explicar las vicisitudes de las
diferentes regiones
y razas salvo añadiendo y sustrayendo genes
hipotéticos para esto o lo otro.
Por poner otro ejemplo, durante el siglo
XIX los británicos pensaban que los irlandeses eran una «raza» inferior. Para
explicar el éxito económico de los
irlandeses en el Nuevo Mundo, un racista tendría que suponer que sus genes
habían
cambiado súbitamente o que los de los
emigrantes tenían algo de especial. Semejantes explicaciones son poco
deseables,
desde un punto de vista científico, porque
dependen de la aparición y desaparición de genes para el éxito económico que
nadie ha logrado identificar y que tal vez
ni siquiera existan. Las explicaciones culturales de las vicisitudes de las
diferentes
poblaciones humanas son científicamente
preferibles, porque dependen de factores tales como la pluviosidad, las
condiciones
del suelo y la densidad demográfica,
factores mucho más concretos que los genes hipotéticos para el ingenio
tecnológico
y el éxito económico. Adviértase que la
explicación del ascenso de Japón al rango de gran potencia industrial se
tornaría
innecesariamente complicada,
y por ende poco deseable desde un punto de vista científico, si además de los
factores culturales
y ecológicos analizados, hubiéramos de
postular la repentina aparición de genes japoneses para los transistores o las
acerías.
Se han hecho objeciones similares respecto
al intento de proporcionar explicaciones genéticas para rasgos como la
matrilinealidad,
patrilinealidad y grupos de filiación
cognaticia; familias nucleares y polígamas; terminologías de parentesco,
reciprocidad, redistribución, feudalismo,
capitalismo y todas las otras variaciones culturales que se discutirán en este
libro.
Suponer que hay genes para cada uno de
estos rasgos está en contradicción con los hechos concernientes a los procesos
de
endoculturación y difusión. Sabemos que los
niños adoptados que son llevados a culturas diferentes de la de sus padres
adquieren la cultura de sus padres
adoptivos. Y sabemos que rasgos originarios de una cultura pueden extenderse
por todo
el mundo a todas las culturas demasiado
rápidamente como para que haya tenido lugar cualquier cambio genético. Los
pequeños criados lejos de sus padres
siempre adquieren las culturas de las gentes entre las que se han criado. Los
niños de
blancos norteamericanos angloparlantes
criados por padres chinos crecen hablando chino perfectamente, manejan sus
palillos
con precisión y no se sienten impulsados a
comer en McDonald's. Los niños chinos criados por blancos norteamericanos
hablan el dialecto inglés estándar de sus
padres adoptivos, no saben utilizar los palillos en absoluto y no añoran la
sopa
de nido de golondrina o el pato a la
pequinesa. Además, una amplia variedad de poblaciones ha demostrado
repetidamente
la capacidad para adquirir todos y cada uno
de los aspectos concebibles del inventario cultural del mundo. Los
norteamericanos
nativos llevados a Brasil incorporan los
complejos ritmos africanos a sus ceremonias religiosas; los negros
norteamericanos
que asisten a las escuelas apropiadas pueden
convertirse en estrellas de la ópera europea clásica. Los judíos llevados
a Alemania prefieren la cocina alemana; los
judíos llevados al Yemen prefieren los platos del Oriente Medio. Bajo la
influencia de los misioneros cristianos,
fundamentalmente, las sexualmente desinhibidas gentes de Polinesia empezaron a
vestir a sus mujeres con faldas largas y a
seguir reglas de castidad prematrimonial estricta. Los nativos australianos
criados
en Sydney no muestran inclinación alguna a
cazar canguros o mutilar sus genitales; ni experimentan deseos incontrolables
de prorrumpir en cantos acerca de las
larvas y los antepasados emu (véase Ritos comunitarios: los ritos de
paso p. 119).
Los indios mohawk del estado de Nueva York
se especializaron en el ramo de la construcción y ayudaron a erigir las
estructuras
de acero de los rascacielos. Paseando sobre
estrechos tablones a más de cien metros sobre el nivel de la calle, no
eran perturbados por el más mínimo impulso
de construir sus «wigwams» en vez de edificios de oficinas.
La evidencia de la endoculturación y la
difusión en cada continente y entre la población de cada raza y subraza
importante
demuestra que el amplio repertorio de
respuestas de cualquier población humana puede ser adquirido por cualquier
otra población humana mediante un proceso
de aprendizaje sin el más ligero intercambio o mutación de genes. Para una
posterior discusión sobre la raciología
científica en la historia de las teorías de la cultura, consultar el Apéndice.
Sociobiología
La sociobiología es
una estrategia de investigación que intenta explicar algunas diferencias y
semejanzas socioculturales
en términos de selección natural. Se basa
en un refinamiento de la selección natural conocido como el principio de eficacia
biológica inclusiva (inclusive fitness).
Este principio establece que la selección natural favorece aquellos rasgos que
difunden los genes de un individuo no sólo
al aumentar el número de descendientes de éste, sino también los de sus
parientes
cercanos, como hermanos y hermanas, que poseen
muchos de los mismos genes. Lo que la evolución biológica controla
es, por tanto, si un rasgo aumenta el total
inclusivo de los genes de un individuo en generaciones sucesivas y no
simplemente
si aumenta el número de sus descendientes.
La eficacia biológica inclusiva ha sido
utilizada para explicar ciertos rasgos sociales infrahumanos que versiones
tradicionales
de la selección natural encontraban
misteriosos. Por ejemplo, explica la evolución de castas estériles entre
insectos
sociales como las abejas y las hormigas.
Puede demostrarse que, no teniendo descendientes propios pero sí alimentando y
cuidando a sus hermanos y hermanas
fértiles, la eficacia biológica inclusiva de dichos individuos estériles
resulta aumentada.
Otros rasgos «altruistas» de especies
sociales también pueden explicarse de esta manera (Barash,1977; Wilson,1975).
Aunque la sociobiología es una estrategia
que destaca la importancia básica de los factores genéticos como determinantes
de la vida social humana, sus partidarios
no aceptan necesariamente las teorías de los científicos que creen que las
razas
y clases difieren en su capacidad
intelectual y en otros rasgos importantes de la conducta debido a que tienen
diferentes
genotipos. De hecho, la mayor parte de los
sociobiólogos resalta la unidad del biograma humano
—la herencia genética
básica que define la naturaleza humana—.
Los sociobiólogos han mostrado poco interés en estudiar la posibilidad de que
cada raza tenga su propio biograma. Hay que
tener mucho cuidado, por tanto, para no mezclar indiscriminadamente a los
sociobiólogos con los raciologistas
científicos y los racistas políticos.
Los sociobiólogos no niegan que la mayor
parte de las respuestas sociales humanas son aprendidas socialmente y, por
tanto, no se encuentran directamente bajo
control genético. El sociobiólogo E. O. Wilson (1977:133) escribe: «Hay una
15
fuerte evidencia de que casi todas, pero
probablemente no todas, las diferencias entre culturas tienen su base en el
aprendizaje
y la socialización más que en los genes».
El sociobiólogo Richard Alexander (1976:6) también declara: «Creo que,
finalmente, llegará a demostrarse que la
mayor parte de las variaciones culturales entre los pueblos actuales no tienen
virtualmente
nada que ver con sus diferencias
genéticas». Pocos sociobiólogos, si es que hay alguno, están interesados en
relacionar las variaciones en la conducta
social humana con la frecuencia variable con que los genes aparecen en las
diferentes
poblaciones humanas.
Debe admitirse que el interés de los
sociobiólogos en identificar las constantes de la naturaleza humana puede
conducir
a la comprensión de la «envoltura» externa,
empleando una metáfora propuesta por E. O. Wilson (Harris y Wilson, 1978),
dentro de la cual ha estado confinada hasta
ahora la evolución cultural. Virtualmente, todos los antropólogos están de
acuerdo en que hay una naturaleza humana
que se corresponde con la herencia genética del Homo
sapiens. Pero la mayor
parte de los antropólogos difieren de los
sociobiólogos al atribuir pocas prácticas culturales, como la guerra o la
supremacía
de los machos, directamente a la expresión
de la naturaleza humana. Además, está claro que la naturaleza humana sólo
puede dar cuenta de los elementos
universales de la cultura, no de la enorme gama de variaciones en cualquier
momento de
la historia.
Cuando nuestra especie logró la
universalidad semántica y cruzó el umbral del despegue cultural, completó una
transición
a un nivel de existencia tan momentánea
como la creación de materia a partir de la energía o de la vida a partir de la
materia. El Homo
sapiens no es sólo otro animal a estudiar como las hormigas o los
castores; somos el único animal sobre
la Tierra (y también al menos en doce años
luz alrededor) cuyo modo principal de desarrollar nuevas formas de tratar los
problemas de la supervivencia y la
reproducción depende abrumadoramente de la selección cultural más que de la
selección
natural. La cultura no está codificada en
los genes sino en la mente. Por tanto, las diferencias y semejanzas culturales
no
pueden explicarse por el principio de la
eficacia biológica inclusiva.
Creacionismo científico
La evolución es atacada por los
fundamentalistas religiosos, que se llaman a sí mismos «creacionistas
científicos». Su
objetivo es obligar a las escuelas a
enseñar que la Biblia contiene una alternativa científicamente creíble frente a
las teorías
evolucionistas. Los creacionistas
científicos intentan desacreditar al evolucionismo en lo que se refiere a la
evolución del
universo, galaxias, estrellas y planetas; a
la evolución de la Tierra, sus minerales, océanos y continentes; a la evolución
de
la vida, plantas y animales; a la evolución
de la especie humana, y, finalmente, a la evolución de la cultura, incluyendo
la
tecnología, lenguaje, organización
doméstica y política, religión y la ciencia misma.
Ya que la Constitución de los Estados
Unidos prohibe la enseñanza de la Biblia (o de cualquier otro libro sagrado)
como
religión en los colegios, los creacionistas
intentan salvar la separación existente entre Iglesia y Estado refundiendo los
mitos, leyendas y alegorías del libro del
Génesis en lo que ellos denominan teorías científicas. Ellos pretenden que la
Biblia
sea enseñada como ciencia. Proyectos de ley
exigiendo que se dedique al creacionismo «científico» su parcela de tiempo en
los cursos de ciencias se han presentado en
las cámaras de casi todos los estados (varias de estas leyes han sido
declaradas
inconstitucionales). Independientemente de
que los creacionistas tengan éxito o no al conseguir que sus propuestas de
leyes
sean aceptadas, sus presiones han hecho
impacto en los editores de libros de texto y en las juntas rectoras de los
colegios,
dado que ambos suelen ser muy sensibles a
los grupos de presión.
Los creacionistas científicos pretenden
conseguir su objetivo de disponer del mismo tiempo de clase denominando al
evolucionismo como «teoría y no hechos». Ya
que el evolucionismo es, según ellos, simplemente una «teoría», ¿por qué no
podrían enseñarse otras teorías también?
Esto es en parte verdad. Todos los «hechos», «teorías» y «leyes» científicas
son
mantenidas provisionalmente y pueden ser
desechadas por nuevas evidencias, de tal forma que no podemos negar que el
evolucionismo es «teoría y no hechos». Pero
las teorías que los científicos enseñan son las que han soportado pruebas
rigurosas
y han sido apoyadas por un gran número de
hechos evidentes. Precisamente por la falta de estos dos pilares es por lo
que la teoría creacionista no es aceptable.
A ningún alumno se le debería prohibir leer teorías científicamente
desacreditadas.
Pero a ningún profesor se le debería
obligar a enseñar cualquier teoría que haya sido desacreditada alguna vez. (Aún
existe gente que cree que la Tierra es
plana. ¿Debería dedicarse a sus puntos de vista el mismo tiempo en la clase de
astronomía?)
¿Qué tipo de teorías pretenden los
creacionistas imponer a los profesores para que las presenten como una
alternativa al
evolucionismo? En primer lugar, ellos
afirman que el universo entero —incluyendo todas las galaxias, estrellas,
planetas,
minerales, plantas y animales— fue creado
en seis días de 24 horas. Estos seis días de creación habrían tenido lugar no
más
allá de hace 10.000 años. También afirman
que todos los tipos de raza humana actual y todas las clases de animales
extinguidas
tales como dinosaurios, etc., en una época
estuvieron todos vivos al mismo tiempo. De acuerdo con la teoría creacionista,
hubo un tiempo en que todas las especies
comían solamente plantas y eran capaces de vivir eternamente. Incluso
los lobos y los tigres tenían que ser
vegetarianos en aquellas épocas primitivas, ya que ningún animal podía morir.
Los
creacionistas también defienden que hace
8.000 años toda la Tierra fue inundada en 40 días, hasta una altura de 17.000
pies
(más de 5.000 metros). Al cabo de un año,
toda esta agua se vació en las fosas oceánicas que no existían previamente.
Todas las especies animales terrestres
actuales se salvaron de esta inundación al ser llevadas a bordo de una gran
barca
de madera que fue lo único que sobrevivió a
los tremendos vientos y olas que barrieron toda la superficie terrestre
(Godfrey,
1981; McKim; Morris,1974a,1974b).
Los creacionistas no tienen un cuerpo de evidencias
que apoye cualquiera de estas teorías. Por ejemplo, ¿tiene el universo
solamente 10.000 años? Ésta es una
propuesta comprobable, pero los creacionistas no tienen ningún instrumento
nuevo o ningún método matemático o empírico
sistemático nuevo para calcular tal fecha. Si tuvieran tales métodos o
instrumentos
nuevos, los geólogos, astrónomos, biólogos
y antropólogos de todo el mundo estarían muy ocupados usando
1 6
dichos instrumentos en vez de los que en la
actualidad usan. Éstos, de forma consistente, arrojan cronologías que van desde
millones a billones de años. Careciendo de
métodos propios, los creacionistas intentan crear dudas sobre las fechas
indicadas
por técnicas radiométricas que emplean el
uranio/plomo, potasio/argón, rubidio/estroncio y carbono 14/carbono 12.
Incluso aunque los cálculos de estas
pruebas, que por otro lado son de uso diario en cientos de laboratorios de todo
el mundo,
estuvieran equivocados en un factor de
diez, el universo aún tendría millones de años en vez de 10.000.
Uno de los argumentos más poderosos para
apoyar la antigüedad del universo es su inmenso tamaño. Desde que se ha
podido determinar experimentalmente la
velocidad de la luz y la distancia de las estrellas y galaxias puede ser
calculada
mediante fórmulas que relacionan la
debilidad de la luz con la distancia, queda claro que la luz procedente de
objetos muy
distantes en el espacio tiene que haber
empezado a viajar hacia la Tierra muchísimo antes de 10.000 años. En efecto, la
luz
procedente de los objetos del espacio más
distantes y que ahora está llegando a la Tierra tiene que haber empezado su
viaje
hace billones de años. Para salvar esta
evidencia, los creacionistas afirman que la velocidad de la luz no ha sido
calculada
adecuadamente. Pero el hecho es que ellos
no han llevado a cabo ningún experimento propio para echar por tierra los
numerosos
experimentos que los físicos han llevado a
cabo para determinar la velocidad de la luz. Otros creacionistas afirman
que el universo fue creado a base de
fotones procedentes de objetos estelares distantes, estando ya perfectamente
colocados
a la hora de viajar hacia la Tierra. De
esta forma se deduce que Dios nos ha engañado haciéndonos pensar que algunos
rayos de luz han estado viajando durante
billones de años, cuando en realidad la luz no existía hace más de 10.000 años.
Este postulado desafía todas las teorías
básicas de la física y de la astronomía. Y aún más, a diferencia de estas
teorías, no
solamente las creacionistas no están
probadas sino que es imposible probarlas. (Si no existe ningún tipo de relación
entre
luz, espacio y tiempo, no se puede usar
ningún tipo de evidencia que implique la medida de la luz, el espacio o el
tiempo
para demostrar que la teoría está
equivocada.)
De acuerdo con el Instituto de Investigación
Creacionista, en el momento de la creación no existían las cuencas oceánicas
y la tierra firme estaba más baja y era más
extensa que actualmente. La mayor parte del agua de la Tierra estaba contenida
en una «bóveda celeste» de vapor en la
parte alta de la atmósfera y en los pantanos subterráneos. El diluvio se inició
por la erupción volcánica de las aguas
subterráneas, que causaron turbulencia en la atmósfera y «rompieron la bóveda
celeste
de agua». Casi todos los animales
terrestres murieron. Los seres muertos por la inundación fueron arrastrados por
las
aguas a puntos más bajos y enterrados por
sedimentos y posteriormente fosilizados. Los primeros en ser enterrados y
fosilizados
fueron los seres que vivían en el fondo del
mar —conchas y otros invertebrados—; a continuación fueron enterrados
los peces; después los anfibios y reptiles
(debido a que vivían en «niveles más altos»); finalmente los mamíferos y las
aves
(«debido a su mayor movilidad»). Los
últimos en morir fueron los seres humanos —de hecho, rara vez se les encontraba
enterrados en la capa de sedimentos, más
bien se les encontrab a sobre la superficie del suelo, donde sus cuerpos se
desintegraban
antes que fosilizarse— y ésta es la razón
por la que se encuentran muy pocos huesos humanos fosilizados mezclados
con los de animales extintos. Además, por
cualquier sitio los seres más pequeños y más ligeros fueron los primeros en
sucumbir y los enterrados a mayor
profundidad, mientras que los más fuertes y los más grandes estarían enterrados
en los
sedimentos más altos. De esta forma, las
inundaciones fueron la causa de la manera en que los fósiles estaban ordenados
en
los estratos geológicos, de sencillos a
complejos y de pequeños a grandes, con los seres humanos por encima de todos
ellos.
Los creacionistas dicen que es este sistema
de capas lo que los científicos oficiales han confundido como evidencia de la
evolución. Las inundaciones terminarían con
las aguas retrocediendo a las cuencas oceánicas «recién formadas», después
de lo cual la Tierra es repoblada por
plantas, animales terrestres y seres humanos que sobrevivieron a bordo del Arca
de
Noé.
Todo este escenario ha sido construido a
base de parches, ignorando las leyes físicas y biológicas y desafiando las
normas
más elementales de la lógica. No existe
ninguna evidencia física de esa bóveda de vapor acuoso antediluviana, y ninguna
razón geofísica por la que los supuestos
pantanos subterráneos habrían repentinamente erupcionado de forma simultánea
sobre la Tierra, así como ningún proceso
geofísico conocido podría justificar la repentina formación de cuencas
oceánicas
hacia las cuales las aguas procedentes de
las inundaciones fluyeron convenientemente al término precisamente de un
año. Además, los estratos geológicos contienen
numerosas formaciones que de ninguna forma pudieron haber sido producidas
por las aguas salvajes procedentes de las
inundaciones: las piedras arenosas de los desiertos conteniendo depósitos de
sal no indican inundaciones sino más bien
la evaporación de antiguos lagos; capas sucesivas de arrecifes coralinos
intactos,
cada uno de los cuales habría requerido
cientos de miles de años de aguas tranquilas y claras para poder formarse; así
como
bosques completos de árboles fosilizados,
completamente erectos, debido a que fueron enterrados no por violentas
inundaciones
sino por sucesivos depósitos de cenizas
volcánicas, capa a capa, una encima de otra. Pero todas estas objeciones
palidecen ante el sorprendente intento de
explicar el hecho de que los estratos más profundos contienen las formas más
simples de vida; que los fósiles
vertebrados generalmente aparecen por encima de los fósiles invertebrados,
anfibios por
encima de los peces, reptiles por encima de
los anfibios, mamíferos encima de reptiles y así sucesivamente. ¿Por qué los
mamíferos terrestres habrían sobrevivido
los 40 días de lluvia e inundación mejor que los tiburones, cuyos restos
fosilizados
se encuentran muy por debajo de los de esos
mamíferos? ¿Podemos decir lo mismo para los fósiles de reptiles, incluyendo
dinosaurios acuáticos, cocodrilos gigantes
y tortugas? ¿Cómo es posible que los mamíferos terrestres, luchando
contra las más altas montañas (contra
torrentes de agua salada caliente descendiendo sobre ellos) sobrevivieran,
mientras
que los tiburones, dinosaurios y cocodrilos
se ahogaban y se hundían hasta el fondo donde fueron enterrados? La teoría de
la evolución, por supuesto, no tiene
dificultad en explicar las posiciones relativas de los invertebrados, peces,
reptiles, mamíferos
y seres humanos en los estratos geológicos
de la Tierra: es la secuencia en que evolucionaron.
¿Qué clase de evidencia pueden mostrar los
científicos creacionistas para la supuesta coexistencia de tipos humanos
modernos con especies extinguidas hace
muchísimo tiempo, tales como los dinosaurios? Los creacionistas han hecho
películas
y escrito libros acerca de las así llamadas
«huellas humanas» y «rastros de hombre» encontrados en el río Paluxy
17
cerca de Glen Rose, Texas (Morris,1980;
Taylor,1973). Estas huellas y rastros humanos son resultados imaginativos que
corresponden más al deseo que a la realidad
(véase Cuadro 2.1). Como resultado de los estudios de campo llevados a cabo
por un equipo de antropólogos (Godfrey y
Cole,1985), la película creacionista ampliamente distribuida, y denominada
«Pisadas en la piedra», ha sido retirada de
la circulación (Taylor,1985) y se ha admitido que «algunas de las huellas que
en
principio se habían etiquetado como
humanas, tienen un carácter completamente distinto» —es decir, pisadas con las
características
de dinosaurio y no de seres humanos
(Morris, 1985:ii).
También está la cuestión de cómo fue
posible
que cada una de las criaturas que han
existido pudiera ser puesta en una barca de
madera, alimentada y cuidada durante todo
un año con enormes huracanes y olas
gigantes
arrasando irremediablemente todo el
globo terrestre y ahogando o bien matando
todo lo que estuviera vivo. Desde luego, no
existe explicación natural para el
proyecto,
construcción y actuación del barco de Noé;
aun así, la zoología creacionista defiende
que
millones de especies terrestres de alguna
forma sobrevivieron a la inundación y
vivieron
para repoblar la Tierra. Por tanto, queda
claro que, independientemente de lo bien
que
los creacionistas pudieran reconciliar los
fósiles de las inundaciones con las edades
geológicas, sería necesario un milagro para
justificar la supervivencia de la vida
animal
sobre la Tierra, lo mismo que se
necesitarían
otros milagros para explicar el comienzo
del
diluvio y la posterior retirada de las
aguas en
cuencas oceánicas, que no pueden ser
probadas,
y por tanto no son aceptables como
milagrosas
teorías científicas.
De forma semejante, y de acuerdo con los
creacionistas, en un cierto momento de la
vida, la gente que previamente había
hablado
la misma lengua, de repente empezó a hablar
en lenguas mutuamente ininteligibles. Y los
creacionistas mantienen que esta
ininteligibilidad
fue la causa de que la gente emigrara de
sus países hacia partes muy distantes del
globo. Sin embargo, no hay evidencia que
apoye tal suceso, y de hecho contradice
todo
lo que se sabe sobre la historia de las
lenguas.
Como veremos más adelante (véase
Cambio lingüístico p.
27), la ciencia de la
lingüística histórica ha reconstruido
pacientemente
las formas ancestrales de las principales
familias lingüísticas del planeta. Las
lenguas, tal y como las conocemos hoy día,
evolucionaron gradualmente a partir de
aquellas
protolenguas ancestrales a un ritmo que
requiere muchas generaciones de cambios divergentes de sonidos y
reestructuración
gramatical, y esto a su vez propiciado por
separaciones y dispersiones geográficas. Éste es un proceso que ha sido
cuidadosamente estudiado y documentado con
la ayuda de material escrito.
Los creacionistas también afirman que la
Edad de Piedra duró no los dos millones de años (o más) que los arqueólogos
pretenden, sino solamente 3.000 años, desde
la dispersión causada por la Torre de Babel hasta la reaparición de
civilizaciones
avanzadas fuera del Oriente Medio. No se ha
ofrecido ninguna evidencia que apoye esta teoría. En cambio, los creacionistas
argumentan que si la Edad de Piedra hubiera
durado un millón de años, la población de la Tierra sería mucho mayor
de lo que es actualmente. «Es absolutamente
increíble que hubiera habido 25.000 generaciones de seres humanos, dando
una población de sólo 3,5 billones», ya que
la familia por término medio «tiene que tener por lo menos 2,5 hijos», pero
como ya veremos más adelante (véase Prácticas
de regulación de la población p. 44), las publicaciones antropológicas
demuestran que el hombre prehistórico
mantenía unas cifras de población muy bajas gracias a la abstinencia, al
aborto, a la
lactancia prolongada, y a formas directas o
indirectas de infanticidio. Por ello, no hay razón para que la familia media
tuviera
que tener por lo menos 2,5 hijos que
vivieran hasta una edad reproductiva.
Cuadro 2.1
La huellas del río Paluxy
Desde 1930, los científicos han explorado
la región alrededor
del río Paluxy, cerca de Glen Rose, Texas,
encontrando
cientos de huellas de dinosaurios. Se
conocen muy
bien la geología y la paleontología de la
zona. Los científicos
creacionistas sostienen que entre las
huellas de dinosaurios
se encuentran huellas humanas, lo que si
fuera cierto
desafiaría las interpretaciones de los
evolucionistas. En contra
de las imágenes que se ven en la televisión
y en los libros
de cuentos sobre el «hombre de las
cavernas» con vecinos
dinosaurios, los humanos evolucionaron
millones de
años después de que se extinguieran los
dinosaurios, y restos
de dinosaurios y de seres humanos nunca se
han encontrado
juntos.
Entonces, ¿qué pasa con «las huellas
humanas» del río
Paluxy? En algunas de las «huellas humanas»
presentadas
en los libros de los creacionistas se
pueden ver débiles rastros
de la parte lateral de los dedos del pie,
lo que sugiere
que estas huellas pudieran realmente ser
huellas de dinosaurios
erosionadas. Estas huellas muestran señales
de garras
en la zona del «talón» de la huella
«humana», lo cual supone
otra indicación de que esta huella es una
huella de dinosaurio
mal interpretada. En una secuencia de
huellas, por lo
menos, se alternan huellas de dinosaurios
con huellas
humanas. Si esto fuera así, o bien la gente
evolucionó muy
rápidamente desde los dinosaurios y después
retrocedió otra
vez, o ¡las huellas «humanas» son raras
huellas de dinosaurio!
Estas huellas de dinosaurio no tienen la
misma anatomía
que las huellas humanas, aunque algunos
creacionistas
afirman ser capaces de ver «grandes dedos
de pie», «puntos
de apoyo del pie» y «arcos plantares» en
agujeros erosionados
a orillas del río. Sin embargo, si se
estudia toda la ribera,
se puede ver que hay cientos de agujeros
producto de la
erosión y puntos y zonas de desgaste. Las
formas irregulares
son como los tests a base de borrones de
tinta: uno puede
imaginar todo tipo de figuras. Las huellas
«humanas»
imaginadas a partir de estos rasgos
erosionados son ejemplos
cuidadosamente seleccionados que podrían
ser descritos
como las proyecciones de las esperanzas de
los científicos
creacionistas para ver lo que ellos quieren
ver.
Fuente:
Scott,1984.
1 8
Y lo que es más, la teoría creacionista de
que todas las civilizaciones pueden remontarse hasta su origen en el Oriente
Medio ignora que los descubrimientos
arqueológicos más importantes del siglo XX —es decir, las sociedades-estado
precolombinas
de México y Peni— evolucionaron desde un
origen cazador-recolector, independientemente de las importantes
influencias del Viejo Mundo. Los
arqueólogos han encontrado paso por paso suficiente evidencia para demostrar
los procesos
mediante los cuales las plantas y animales
nativos americanos, desconocidos en el Viejo Mundo, tales como llamas,
alpacas, cerdos de Guinea, patatas,
mandioca, maíz y amaranto, fueron domesticados e integrados en las culturas
nativas
prehistóricas americanas. Gracias a estas
plantas y animales se consiguió la energía alimentaria necesaria para llevar a
cabo
la evolución de bandas en poblados, de
poblados en ciudades y de ciudades en estados y, por último, de los estados en
imperios
en la América precolombina.
A finales del pasado siglo, importantes
filósofos, teólogos y científicos consiguieron una tregua en la guerra
existente
entre ciencia y religión, guerra que se
había enconado desde que Giordano Bruno murió en la hoguera en el siglo XVI por
decir que la Tierra no era el centro del
universo. Los científicos y teólogos de diversas creencias aceptaron la idea de
que
no había necesidad de disputa entre ellas
en tanto en cuanto no se dijera que las creencias religiosas eran teorías
científicas,
lo que, por otra parte, no se podía
comprobar empíricamente. Desde entonces gente con ideas religiosas muy
profundas han
encontrado perfectamente compatible con sus
ideas religiosas sobre Dios, Cristo, Krisna, Alá, el cielo y la inmortalidad el
aceptar las teorías científicas básicas
sobre el origen y la evolución de la Tierra, la vida, la humanidad y la
cultura. Y a su
vez, los científicos, algunos de los cuales
comparten los mismos credos, han encontrado igualmente compatible con sus
investigaciones el no atacar
científicamente la esencia de las religiones actuales, por otra parte
empíricamente no comprobables.
Pero si los creacionistas insisten en
atacar el núcleo evolucionista de la ciencia moderna, ésta no tiene más remedio
que contraatacar el núcleo religioso del
creacionismo (véase Spuhler,1985, en una revisión exhaustiva sobre la
controversia
creacionista).
Resumen
La capacidad humana para la cultura es un
producto de la selección natural. La selección natural altera los genotipos
mediante el éxito reproductivo diferencial.
Selección natural no es sinónimo de lucha por la supervivencia entre
individuos.
La eficacia biológica puede resultar tan
frecuente como la cooperación y el altruismo. Tanto los rasgos anatómicos como
conductuales pueden ser modelados por la
selección natural y codificados en los genes. La conducta consigue codificarse
a
través de la secuencia:
Genotipo original “error”
genético
desviación
de conducta
selección
nuevo
genotipo
El aprendizaje es un proceso de cambio de
conducta completamente diferente del cambio de conducta inducido por la
selección natural. El aprendizaje permite a
los organismos ajustarse o tomar ventaja de las nuevas situaciones y
oportunidades
independientemente de los cambios genéticos
Genotipo original nueva
conducta
selección
genotipo
original
El aprendizaje es la base de las
tradiciones culturales. Aunque la capacidad para adquirir tradiciones fue
moldeada por
la selección natural y aguardó la evolución
de especies más cerebradas, la cultura está codificada en el cerebro, no en los
genes. La conducta cultural, como la
fabricación y utilización de utensilios, ocurre en muchas especies
infrahumanas, especialmente
en los monos y grandes simios. Sin embargo,
incluso entre los monos y los grandes simios las tradiciones de
utilización de utensilios permanecen en un
estado rudimentario. La razón de esto es que los monos y simios utilizan sus
extremidades anteriores para trepar y
caminar y por tanto no pueden transportar útiles fácilmente. Los primeros
homínidos,
como el Homo
habilis y el Australopithecino,
tenían cerebros del tamaño de un simio pero en postura erguida. De esta
forma, la evolución del pie humano fijó la
pauta de la evolución posterior del cerebro humano y el grado excepcional de
dependencia humana de la cultura. La mayor
cerebración del Homo erectus y
el Homo sapiens tuvo
como consecuencia un
aumento de la confianza en la cultura; y la
mayor confianza en la cultura trajo consigo un aumento de la cerebración. Este
proceso resultó drásticamente alterado hace
unos 100.000 años cuando la cultura «despegó», desarrollando un amplio número
de tradiciones a una rápida velocidad, sin
cambios significativos en el tamaño del cerebro.
Un ingrediente vital en este despegue fue
el desarrollo de la capacidad humana para la universalidad semántica. Como
se ha demostrado mediante numerosos
experimentos, a los chimpancés y gorilas se les puede enseñar a utilizar varios
cientos
de signos. No obstante, comparados con los
niños humanos de 3 años, los simios sólo tienen capacidades rudimentarias
para la productividad y el desplazamiento.
En el siglo XIX la posición política dominante
de las potencias europeas se interpretó como prueba de la superioridad
de la raza blanca. El problema principal
con las interpretaciones genéticas de la historia y de la evolución cultural es
que no
pueden explicar las variaciones
tecnológicas y políticas locales más que postulando cambios en la frecuencia de
los genes.
Pero la existencia de estos genes sigue
siendo puramente hipotética.
La independencia básica de las diferencias
y semejanzas culturales de la determinación genética se demuestra mediante
la capacidad de individuos y poblaciones
enteras para cambiar sus repertorios culturales mediante la endoculturación y
la
difusión en una generación.
La sociobiología es una estrategia de
investigación hereditaria que permanece algo aparte de la raciología
científica. Está
interesada en los efectos de la naturaleza
humana sobre la cultura y trata de explicar las semejanzas culturales y algunas
diferencias mediante el principio de la
eficacia biológica inclusiva. Este principio resalta la medida del éxito
reproductivo
de individuos estrechamente relacionados
como la clave de la selección natural en las especies sociales.
En el mundo conocido, el despegue cultural
sólo ha tenido lugar entre los seres humanos. Este despegue fue tan momentáneo
como la aparición de la materia a partir de
la energía y de la vida a partir de la materia. La mayor parte de las
variaciones culturales, como incluso los
sociobiólogos admiten, no puede explicarse por la acción de la selección
natural
sobre los genes humanos.
Las teorías del creacionismo científico no
son alternativas aceptables para el evolucionismo. O bien son imposibles de
comprobar o se contradicen con la evidencia
disponible. Por el contrario, las teorías evolucionistas han sido rigurosamente
probadas y han demostrado ser perfectamente
compatibles con la evidencia existente. Si el creacionismo se presenta como
una creencia religiosa imposible de probar,
entonces no debe existir ninguna disputa entre creacionismo y evolucionismo.
Sin embargo, los científicos están
obligados a criticar el creacionismo cuando éste es presentado como una teoría
científicamente
válida.
3. Lenguaje y cultura
Este capítulo tiene como objetivo
servir de breve introducción a la lingüística antropológica. Comienza con un
análisis
de los rasgos de las lenguas
humanas que hacen posible la universalidad semántica. A continuación se analiza
la diferencia
entre unidades fonéticas y
fonémicas. Después se explora la relación que existe entre lenguaje y cultura
y, finalmente,
la importancia de la toma de
conciencia para el cambio cultural se ilustra por medio de los procesos del
cambio lingüístico.
Productividad
Los lenguajes humanos consiguen la
universalidad semántica debido en parte a la característica conocida como productividad
(Hockett y Ascher, 1964). Como se ha
afirmado anteriormente (Lenguaje y despegue cultural p.
12), a cada mensaje
que mandamos siempre podemos añadir otros
cuyo significado no es posible predecir partiendo de la información de mensajes
previos.
Los lenguajes no humanos solamente tienen
una limitada capacidad de productividad. El estudio clásico de C. R. Carpenter
(1940) sobre el lenguaje del gibón muestra
los límites de la productividad de los lenguajes no humanos de los primates
en su medio ambiente natural. Carpenter
descubrió que los gibones tienen nueve tipos de llamadas básicas. Estas
llamadas
llevan información socialmente útil, tal
como: «Estoy aquí», «tengo hambre», «sígueme», «aquí hay comida», «peligro
», «estoy herido». Debido a que cada
llamada puede ser repetida con diferente volumen y duración, el sistema de los
gibones posee una pequeña productividad.
Por ejemplo, el gibón puede decir «peligro» con diferentes grados de énfasis y
aproximadamente equivalentes a las
siguientes series: «Peligro»; «peligro, peligro»; «peligro, peligro, peligro» y
así sucesivamente.
Pero esta serie muestra poca productividad
debido a que la cantidad de información incluida no aumenta al
mismo ritmo que se incrementa la extensión
del mensaje. Una llamada de peligro repetida veinte veces en sucesión es,
desde el punto de vista de la información,
no muy diferente de si está repetida diecinueve veces. En cambio, la
productividad
del lenguaje humano es extremadamente
eficaz. Con el fin de incluir más y más información específica sobre un aspecto
determinado, nuestros mensajes no tienen
por qué ir haciéndose cada vez más largos. Podemos decir: «Cuidado, se observa
un extraño movimiento por allí», «creo que
veo un leopardo», «está en aquel árbol». Además estos poderes únicos de
productividad no están limitados al pequeño
grupo de temas sobre los que los gibones y otros primates «hablan». Por el
contrario, somos capaces de producir un
infinito número de mensajes sobre un infinito número de temas.
Desplazamiento
Otro componente de la universalidad
semántica es el rasgo conocido como desplazamiento (Hockett
y Ascher, 1964).
Un mensaje se considera desplazado cuando
ni el emisor ni el receptor tienen contacto inmediato directo sensorial con las
condiciones o sucesos a los que el mensaje
se refiere. Por ejemplo, no tenemos ninguna dificultad en hablar con otras
personas
sobre partidos de fútbol después de que han
terminado o sobre reuniones y citas antes de que hayan tenido lugar. El
lenguaje humano es capaz de comunicar una
infinidad de detalles sobre infinidad de asuntos desplazados. Esto contrasta
con los sistemas de comunicación no
humanos. Por ejemplo, entre primates, normalmente sólo el que escucha muestra
un
cierto grado de desplazamiento, como cuando
un mensaje de peligro es entendido a una cierta distancia. Pero el emisor
debe estar en contacto sensorial con la
fuente de peligro con objeto de emitir un aviso adecuado. Un gibón no dice
«peligro,
puede que haya un leopardo al otro lado de
la colina». Por otro lado, en la comunicación humana, ambos, el emisor y el
receptor, están frecuentemente desplazados.
Es una rutina para nosotros hablar sobre gentes, lugares y cosas vistos, oídos
o
sentidos en el pasado o en el futuro; sobre
lo que otros nos han contado, o sobre aquello que tiene una existencia
absolutamente
imaginaria.
Desplazamiento es la característica que
normalmente tenemos en la mente cuando nos referimos al lenguaje humano
como poseedor de la capacidad para
transmitir «información abstracta». Algunas de las grandes glorias de la vida
humana
—incluyendo la poesía, la literatura y la
ciencia— están basadas en el desplazamiento, pero también algunos de los más
vergonzosos logros de nuestra especie: las
mentiras y las falsas promesas. Como el apóstol Santiago dijo: «a la lengua no
hay hombre que la domestique; es un diablo
rebelde, lleno de veneno mortal... De la misma boca salen bendiciones y
blasfemias
» (Santiago 3:6-ll).
Pero los humanos no son los únicos que
mienten. Las aves, por ejemplo, a menudo alejan a los depredadores de sus nidos
fingiendo tener las alas rotas, y es bien
conocido cómo muchos animales «se hacen los muertos». Hasta hace poco
tiempo, este tipo de engaño se pensó que
ocurría solamente entre miembros de distintas especies. Pero se sabe sin
embargo
que algunos pájaros emiten «falsas alarmas»
a miembros de su propia especie con objeto de reservar para ellos solos un
árbol frutal. También se ha observado a
chimpancés que ocultan sus expresiones faciales para evitar que otros
chimpancés
competidores detecten su miedo (De Waal,
1983).
21
Arbitrariedad
Otra sorprendente característica de las
lenguas humanas es el grado sin precedentes en que se construyen sonidos cuya
forma física y significado no han sido
programados en nuestros genes. La mayoría de los sistemas de comunicación no
humanos consisten en señales genéticamente
estereotipadas cuyo significado depende del comportamiento decodificador
genéticamente estereotipado. Por ejemplo,
para comunicar su receptividad sexual, una perra emite señales químicas cuya
interpretación está genéticamente
programada en todos los perros machos sexualmente maduros. Las pautas de
llamada de
los primates, como aquellas de los gibones
de Carpenter, están de alguna forma menos sujetas a programas genéticos
específicos
y se sabe que varían dentro de los grupos
locales de las mismas especies. Sin embargo, el repertorio de señales básicas
en los sistemas de comunicación de los
primates es específico de especie. Las expresiones faciales, gestos con las
manos,
gritos, gemidos y chillidos de los
chimpancés constituyen un repertorio genéticamente controlado que es compartido
por todos los chimpancés.
No ocurre lo mismo con las lenguas humanas.
Aunque bien es cierto que la capacidad general para el lenguaje humano
es también específica de especie. Es decir,
que la facultad de adquirir la universalidad semántica está determinada
genéticamente.
Sin embargo, los actuales componentes de
los códigos del lenguaje humano están virtualmente libres de limitaciones
genéticas (sin contar cosas tales como la
fisiología del oído o del tracto vocal). Tomemos como ejemplo las lenguas
inglesa y francesa. No existe gen que haga
que un inglés diga «water», «dog» o «house». Estas palabras son arbitrarias
porque: 1) no existen en el comportamiento
lingüístico de la mayoría de los seres humanos; 2) poblaciones vecinas de
Francia, con las que existe un considerable
intercambio genético, usan las palabras «eau», «chien» y «maison» para expresar
significados similares; y 3) todos los
niños normales pertenecientes a cualquier población adquirirán estas palabras
inglesas o francesas con igual facilidad
según se hayan endoculturado (véase
Limitaciones del concepto de endoculturación
p. 5) en Inglaterra o en Francia.
Hay otro aspecto importante en el que el
lenguaje humano es arbitrario. Los elementos del código del lenguaje humano
carecen de cualquier relación físicamente
regular con los sucesos y las propiedades que ellos significan. Es decir, no
hay
ninguna razón por la que la palabra «agua»
tenga que designar el agua. Por otro lado muchos sistemas de comunicación
subhumana están basados en elementos
codificados que semejan, son parte de, o bien son análogos a aquello a lo que
se
refieren. Por ejemplo, las abejas localizan
las fuentes de néctar oliendo los granos de polen que cuelgan de las patas de
sus
compañeros de colmena. Los chimpancés
comunican las amenazas de violencia rompiendo ramas, agitándolas o
arrojándolas.
Aunque también los humanos nos comunicamos
frecuentemente por medio de símbolos iconográficos similares
—
como el agitar nuestros puños o señalar el
objeto deseado—, los elementos del lenguaje hablado apenas guardan una
arbitraria
relación con su significado. Incluso
palabras como «crac» o «susurro» son arbitrarias. A los ingleses las campanas
pueden sonarles «ding-dong», pero no a los
alemanes, para quienes las campanas dicen «bim-bam».
Dualidad de pauta
La universalidad semántica humana se
consigue por medio de un número muy pequeño de sonidos arbitrarios llamados
fonemas. Los fonemas son sonidos que los
hablantes nativos perciben como diferentes, es decir, que contrastan con otros
sonidos. Los fonemas cuando están aislados
no tienen sentido, pero cuando se combinan en determinadas secuencias
transmiten un significado definido. Los
sonidos contrastados en la expresión «gato», por sí mismos no significan nada;
pero
así combinados significan un pequeño
animal. Si tomamos la palabra o la expresión en orden inverso («toga») los
mismos
sonidos significan vestimenta ritual de los
abogados y profesores. Es decir, que los elementos básicos en el lenguaje
humano
tienen una dualidad de pauta: los mismos
sonidos contrastados se combinan y recombinan para formar diferentes mensajes.
Teóricamente la universalidad semántica
podría conseguirse por medio de un código que tuviera una dualidad de pauta
basada en sólo dos elementos distintivos.
Éste es el caso de los puntos y rayas del código Morse y del sistema binario 0
y 1
de las computadoras digitales. Pero una
lengua natural que tuviera sólo dos fonemas requeriría una serie mucho más
larga
de fonemas por mensaje estándar que una que
tuviera varios fonemas. El hawaiano, con trece fonemas, es la lengua natural
conocida con menor número de fonemas. El
inglés tiene entre treinta y cinco y cuarenta fonemas (según las fuentes que se
citen). Por encima de diez fonemas, no hay
ninguna necesidad de construir largas series por mensaje. Por ejemplo, un
repertorio
de diez fonemas puede ser combinado de tal
forma que produzcan diez mil palabras diferentes conteniendo cuatro
fonemas cada una. Veamos ahora más
detenidamente cómo pueden ser identificados los fonemas y cómo pueden
combinarse
para formar expresiones con significado.
Sistemas fonémicos
Los fonemas consisten en sonidos etic
denominados fonos.
Con objeto de ser eficaces como elementos codificados, los
fonos de una lengua deben ser claramente
diferenciables. Una forma de conseguir un buen conjunto de fonos es hacer que
cada uno de ellos contraste tanto como sea
posible con cada uno de los otros fonos.
Pero ¿cuándo contrasta un fono con otro? En
ningún caso dos fonos pueden contrastar «naturalmente» uno con el otro.
El hecho de que seamos capaces de
distinguir un fonema de otro se debe exclusivamente a que, como hablantes
nativos,
hemos aprendido a aceptar y reconocer
ciertos fonos y no otros como contrastantes. Por ejemplo, la [t] en la palabra
«ten» y
2 2
la [d] en la palabra «den» son
automáticamente consideradas por los hablantes del idioma inglés como sonidos
contrastantes.
(Un símbolo entre corchetes indica un
fono.) Aun así estos dos sonidos en realidad tienen muchos rasgos fonéticos, es
decir, acústicos, en común. Es la cultura,
y no la naturaleza, la que les hace tan diferentes.
¿Cuál es la diferencia crítica entre [t] y
[d] para los que hablan en inglés?
Examinemos
los rasgos
articulatorios, es decir,
la manera en que se producen en el tracto
vocal (Fig. 3.1). Se puede notar que cuando
se produce cualquiera de ambos sonidos
anteriormente mencionados, la punta
de la lengua no aprieta contra el paladar,
es decir, lo hace justo detrás de la parte
superior de los dientes. También se puede
notar que cuando cualquiera de los dos
sonidos se produce, el flujo de la columna
de aire que proviene de los pulmones se
interrumpe momentáneamente y después
se libera solamente para formar el resto de
los sonidos de la expresión. Entonces, ¿de
qué forma son estos sonidos diferentes?
La diferencia articulatoria más importante
entre la [t] y la [d] consiste en la forma
en
que la columna de aire pasa a través de las
cuerdas vocales. La vibración de las cuerdas vocales produce un efecto sonoro
en el caso de la [d], pero no en el caso de
la [t]. Ambos, [t] y [d], son descritos fonéticamente como oclusivos, la [d] es
una
oclusiva sonora
mientras que la [t] es una oclusiva sorda.
El uso de las oclusivas tanto sonoras como sordas para distinguir
expresiones tales como «ten»-«den»,
«tock»-«dock», «to»-«do» o «train»-«drain» es un mecanismo completamente
arbitrario
característico de la lengua inglesa, pero
que está ausente en muchas otras lenguas. Por tanto, el sistema fonémico de una
determinada lengua consta de conjuntos de
voces que son inconsciente y arbitrariamente percibidos por el que habla como
contrastados.
La estructura del sistema fonémico de una
determinada lengua, es decir, su sistema de contraste de sonidos, se descubre
probando las variaciones fonéticas ya
observadas dentro del contexto de pares de palabras que suenan parecidas en
todos
los aspectos menos en uno. La prueba
consiste en parte en preguntar a los hablantes nativos si detectan un cambio de
significado.
Esto es lo que se consigue al comparar «ten»
y «den». Pidiendo a los hablantes nativos que comparen pares de palabras
similares, podemos detectar la mayoría de
los contrastes fonémicos en inglés. Por ejemplo, otro caso en el que la
sonoridad
constituye un contraste fonémico se
encuentra en las palabras «bat»-«pat». En estos casos los fonos iniciales son
también oclusivos. Pero en este caso se
consiguen apretando un labio contra otro y se denominan oclusivas
bilabiales. De
nuevo una de las oclusivas, [b], es sonora,
mientras que la otra, [p], es sorda. Y es solamente el hecho de que estos fonos
son contrastantes desde el punto de vista
del hablante nativo lo que hace válida la clasificación de estos dos sonidos
como
fonemas diferentes. Y es este hecho el que
se generaliza cuando los términos emic, de fonémico
y etic de fonético,
se aplican
a otros dominios de la cultura (véase Aspectos
emic y etic
de la cultura p. 6).
Para el acostumbrado oído del lingüista
muchas diferencias de sonidos que escapan a la atención del nativo aparecerán
como posibles candidatos al estatus
fonémico. Por ejemplo, la eliminación de la obstrucción labial en la expresión
«pat» se
acompaña de un ligero soplido de aire que
no existe al comienzo de la palabra «bat». Este rasgo fonético se conoce como
aspiración y
se puede detectar fácilmente colocando la mano muy cerca de los labios y
pronunciando primero «pat» y luego
«bat» varias veces seguidas. Una
descripción fonética más precisa de la [p] en «pat» es que se considera como
una oclusiva
sorda bilabial aspirada, para la que el
símbolo fonético es [ph]. Tanto la /p/ aspirada como la no aspirada existen en
inglés. (Un símbolo entre líneas oblicuas
indica un fonema). Así las oclusivas bilabiales en las palabras «sap», «flip» e
«hip» son no aspiradas. Por tanto, la
cuestión que ahora se plantea es si la [p] y la [ph] constituyen fonemas
separados. No
hay expresiones inglesas de importancia en
las que la sustitución de la [p] por la [ph] altere el significado de la
expresión.
En cambio, la [p] y la [ph] están en distribución
complementaria. Es decir, que aparecen regularmente en
entornos sonoros
diferentes. Sonidos como la [p] y la [ph],
muy parecidos pero no distintivos, se denominan alófonos.
En cierto sentido cada
caso específico de cualquier tipo de fonema
determinado es un alófono, ya que nunca hay dos expresiones exactamente
iguales en lo que se refiere a su
articulación o a su efecto acústico. Por tanto, un determinado fonema designa
un rango o
clase de alófonos.
Fonos que normalmente aparecen en una
lengua pueden no aparecer en otra. Cuando el mismo fono aparece en dos lenguas,
puede ser fonémico en una, pero no en la
otra. Cuando fonos similares son fonémicos en dos lenguas, pueden tener
diferentes conjuntos de alófonos libres y
condicionados.
Por ejemplo, en la lengua china, son
fonémicas las [t] aspirada y no aspirada de «tick» y «stick» que en inglés no
lo son.
También se usan diferencias tonales del
tipo «singsong» para los contrastes fonémicos en una forma que en inglés no se
hace. Por otro lado en inglés la diferencia
de sonido inicial en las palabras «luck» y «rot» es fonémica mientras que en
FIG. 3.1. PARTES DEL CONDUCTO ORAL.
23
chino no lo es (en una posición inicial).
De aquí se explica el que para un chino que esté aprendiendo inglés «rots of
ruck»
suena igual que «lots of luck».
Morfemas
Los morfemas son las más pequeñas unidades
de lenguaje que tienen un significado definido. Como cada fonema, cada
morfema designa una clase de unidades
básicas. En este caso los componentes de dicha clase se llaman morios. Por
tanto,
así como los fonemas son un tipo de
alófonos, así los morfemas son un tipo de alomorfos. Por ejemplo, el prefijo
«in» como
en «insane» y el prefijo «un» como en
«unsafe» son morios que pertenecen a un morfema que significa not1.
Los morfemas pueden constar de un solo
fonema o de un conjunto de fonemas en combinaciones y permutaciones muy
variadas. Algunos morfemas pueden aparecer
aislados, mientras que otros sólo aparecen asociados con otros morfemas.
«Helio», «stop», «sheep» son morfemas
libres porque pueden constituir la totalidad de un mensaje completo. («Are
those
goats or sheep?» «Sheep».) Pero la
formación del pasado /ed/, en las palabras «talked» o «looked» y de /er/, como
en
«speaker» o «singer», son morfemas
asociados porque nunca pueden constituir por sí solos mensajes completos2. Las
lenguas
varían ampliamente en cuanto a apoyarse en
morfemas libres o asociados. Por ejemplo, el chino tiene muchos morfemas
libres, mientras que el turco tiene muchos
morfemas asociados. Las palabras son morfemas libres o combinaciones de
morfemas que pueden constituir mensajes
completos. (La palabra «trie», por su definición, no es una palabra sino un
morfema
asociado.)
Gramática: normas que rigen la construcción de morfemas
La gramática consta de conjuntos de normas
inconscientes que combinan los fonemas para formar morfemas y éstos para
formar frases adecuadas. Algunos lingüistas
también incluyen como parte de la gramática las normas para interpretar el
significado de las palabras y las normas
para hablar de una forma determinada, según el contexto de que se trate. La
existencia
de normas que rigen la formación de
secuencias aceptadas de fonemas puede apreciarse en la reacción de los que
hablan inglés ante nombres corrientes en
polaco tales como Zbigniew Brzezinski. Las normas en inglés, a diferencia de
las
normas en polaco, no permiten la
combinación de sonidos tales como «zb». De la misma forma, los que hablan
inglés saben,
por una norma inconsciente, que las
palabras «btop» y «ndak» no pueden existir en inglés3, ya que ello implica una
combinación de sonidos prohibida.
Gramática: sintaxis
Parecidas normas inconscientes rigen la
combinación de morfemas para formar frases. Esta parte de la gramática se llama
sintaxis. Los nativos pueden distinguir
entre frases gramaticales y no gramaticales incluso aunque nunca hayan oído
antes este tipo de combinaciones. Un
ejemplo clásico es el siguiente:
A)
«Colorless green ideas sleepfuriously».
B)
«Furiously sleep ideas green colorless».
La mayoría de los que hablan inglés considerarían
la frase A como una expresión gramatical y la B como una expresión
no gramatical, aunque ambas parezcan
igualmente sin sentido.
Los nativos rara vez pueden explicar las
normas que rigen la producción de expresiones gramaticales. Incluso la diferencia
entre singular y plural resulta difícil de
formular como una norma consciente. Añadiendo una s se convierte «cat» en
«cats», «slap» en «slaps», «fat» en «fats»;
pero algo distinto sucede en el caso de «house»-«houses», «rose»-«roses», «nose
»-«noses», y de nuevo algo distinto en los
casos de «grag»-«grags», «flag»-«flags», y «hand»-«hands». (Existen tres
alomorfos diferentes /-s/, /-ez/ y /-z/ que
se emplean de acuerdo con una norma algo complicada y que la mayoría de los
nativos de habla inglesa no pueden explicar
con palabras4.)
El conjunto de reglas estructurales
inconscientes y el compartir dichas reglas por los miembros de una comunidad de
tradición oral hace posible para los seres
humanos producir e interpretar un número potencialmente infinito de mensajes,
ninguno de los cuales necesita replicar de
un forma precisa a cualquier otro mensaje previo. Noam Chomsky describió este
comportamiento de la forma siguiente: «un
comportamiento lingüístico normal... de un hablante, lector u oyente, es
bastante
frecuente que se dé con expresiones nuevas,
con expresiones que no tienen ninguna semejanza formal o física con ninguna
de las expresiones que se hayan podido
producir en experiencias anteriores del oyente, o lo que es lo mismo, en la
historia
de la lengua hasta donde uno sabe»
(1973:118).
1 Ejemplos equivalentes en castellano:
«in» → «insano», «im» → «imberbe»; «i» →
«iletrado», pertenecen a un morfema que significa no. (N.
del T.)
2 Morfemas libres: «eh», «sal», «pon».
Morfemas asociados: los de participios
/ado/, /ido/. (N. del T.)
3 También en castellano. (N.delT.)
4 En castellano existen dos alomorfos para
marcar el plural: /-s/, /-es/. (N.delT.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario