domingo, 4 de noviembre de 2012

CONTENIDOS



1. La antropología y el estudio de la cultura

En este capítulo se explica qué es la antropología, a qué se dedican los antropólogos y para qué sirve la antropología.
También se da una definición de cultura y se establecen ciertas características generales de las culturas que en adelante serán empleadas para explicar diferencias y semejanzas culturales.
La antropología es el estudio de la humanidad, de los pueblos antiguos y modernos y de sus estilos de vida. Dada la
amplitud y complejidad del tema, las diferentes ramas de la antropología se centran en distintos aspectos o dimensiones de la experiencia humana. Algunos antropólogos estudian la evolución de nuestra especie, denominada científicamente Homo sapiens, a partir de especies más antiguas. Otros investigan cómo el Homo sapiens ha llegado a poseer la facultad, exclusivamente humana, para el lenguaje, el desarrollo y diversificación de los lenguajes y los modos en que las lenguas modernas satisfacen las necesidades de la comunicación humana. Otros, por último, se ocupan de las tradiciones aprendidas de pensamiento y conducta que denominamos culturas, investigando cómo surgieron y se diferenciaron las culturas antiguas, y cómo y por qué cambian o permanecen iguales las culturas modernas. Dentro de los departamentos de antropología de las principales universidades de los Estados Unidos las diferentes perspectivas de la antropología suelen estar representadas por cuatro campos de estudio: antropología cultural (a veces llamada antropología social), arqueología, lingüística antropológica y antropología física (Fried, 1972; Goldschmidt, 1979)*. Las distintas ramas de las principales áreas se describen en el Cuadro 1.1.
* Véase p. 188 para una explicación del sistema de citas usado en este libro.
Cuadro 1.1
Un cuadro antropológico
Frecuentemente, los antropólogos se identifican con una o más ramas especializadas pertenecientes a los cuatro
campos más importantes. Lo que sigue es solamente una lista parcial.
ANTROPOLOGÍA CULTURAL
Antropología aplicada. Estudia y hace propuestas para solucionar problemas prácticos y evaluar resultados.
Antropología médica. Estudia los factores biológicos y culturales en la salud y en la enfermedad y el tratamiento
del enfermo.
Antropología urbana. Estudia la vida en la ciudad.
Antropología del desarrollo. Estudia las causas del subdesarrollo y del desarrollo entre las naciones menos
desarrolladas.
ARQUEOLOGÍA
Arqueología histórica. Estudia las culturas del pasado reciente por medio de una combinación de material
escrito archivado y excavaciones arqueológicas.
Arqueología industrial. Usa técnicas de la arqueología histórica para centrarse en factorías e instalaciones
industriales.
Arqueología contractual. Lleva a cabo encuestas arqueológicas para la defensa del medio ambiente y la
protección de lugares históricos.
LINGÜÍSTICA ANTROPOLÓGICA
Lingüística histórica. Reconstruye los orígenes de lenguas específicas y de las familias de lenguas.
Lingüística descriptiva. Estudia la sintaxis y la gramática de las lenguas.
Sociolingüística. Estudia el uso actual de la lengua en la comunicación cotidiana.
ANTROPOLOGÍA FÍSICA (BIOLÓGICA)
Primatología. Estudia la vida social y biológica de los monos, grandes monos y otros primates.
Paleontología humana. Busca y estudia restos fósiles de primitivas especies humanas.
Antropología forense. Identifica a las víctimas de asesinatos y accidentes.
Genética de la población. Estudia las diferencias hereditarias en las poblaciones humanas.
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La antropología cultural se ocupa de la descripción y análisis de las culturas —las tradiciones socialmente aprendidas— del pasado y del presente. Tiene una subdisciplina, la etnografía, que se consagra a la descripción sistemática de
culturas contemporáneas. La comparación de culturas proporciona la base para hipótesis y teorías sobre las causas de los estilos humanos de vida. Aunque este libro se centra fundamentalmente en los hallazgos de los antropólogos culturales, los hallazgos de las otras clases de antropólogos son esenciales para muchos de los temas que se tratarán.
La arqueología añade una dimensión crucial a esta empresa. Desenterrando los vestigios de culturas de épocas pasadas, los arqueólogos pueden estudiar amplias secuencias de la evolución social y cultural bajo diversas condiciones naturales y culturales. Su aportación a la comprensión de las características actuales de la existencia humana y al contraste de las teorías de la causación histórica es imprescindible.
La lingüística antropológica aporta otra perspectiva crucial: el estudio de la gran diversidad de lenguas habladas por los seres humanos. Los lingüistas de orientación antropológica intentan reconstruir la historia de estas lenguas y de familias lingüísticas enteras. Se interesan por la forma en que el lenguaje influye y es influido por otros aspectos de la vida humana, por la relación entre la evolución del lenguaje y la evolución del Homo sapiens, así como por la relación entre la evolución de las lenguas y la evolución de las diferentes culturas. La antropología física fundamenta los demás campos de la antropología en nuestro origen animal y nuestra naturaleza biológicamente determinada. Los antropólogos físicos tratan de reconstruir el curso de la evolución humana mediante el estudio de los restos fósiles. Asimismo intentan describir la distribución de las variaciones hereditarias entre las poblaciones contemporáneas, y deslindar y medir las aportaciones relativas de la herencia, la cultura y el medio ambiente a la vida humana.
¿Por qué la antropología?
Muchas otras disciplinas, además de la antropología, se ocupan del estudio de los seres humanos. Nuestra naturaleza animal es objeto de intensa investigación por parte de biólogos, genetistas y fisiólogos. Sólo en la medicina, centenares de especialistas investigan el cuerpo humano, y los psiquiatras y psicólogos buscan juntos la esencia de la mente y el alma humanas. Muchas otras disciplinas —entre ellas la sociología, la geografía humana, la psicología social, la historia, la ciencia política, la economía, la lingüística, la teología, la filosofía, la musicología, el arte, la literatura y la arquitectura— se ocupan de nuestro comportamiento cultural, intelectual y estético. Están, además, los llamados «especialistas en áreas», que estudian las lenguas y estilos de vida de determinados pueblos, naciones y regiones: «latinoamericanistas», «indianistas», «sinólogos», etc. ¿Cuál es entonces el rasgo distintivo de la antropología? Lo que diferencia nuestra disciplina de las otras es su carácter global y comparativo. Otras disciplinas abordan únicamente un segmento concreto de la experiencia humana o una época o fase concretas de nuestro desarrollo cultural y biológico. Los hallazgos de la antropología, en cambio, no se basan jamás en el estudio de una sola población, raza, tribu, clase, nación, tiempo o lugar. Los antropólogos insisten, ante todo, en la necesidad de contrastar las conclusiones extraídas del estudio de un grupo humano o de una determinada civilización con datos procedentes de otros grupos o civilizaciones. De esta manera, la importancia de la antropología trasciende los intereses de cualquier tribu, raza, nación o cultura concretas. Desde la perspectiva antropológica, todos los pueblos y culturas revisten el mismo interés como objetos de estudio. Por ello, la antropología se opone al punto de vista de los que creen ser los únicos representantes del género humano, estar en el pináculo del progreso o haber sido elegidos por Dios o la Historia para moldear el mundo a su imagen y semejanza. Para el antropólogo, el único modo de alcanzar un conocimiento profundo de la humanidad consiste en estudiar tanto las tierras lejanas como las próximas, tanto las épocas remotas como las actuales. Y adoptando esta visión amplia de la experiencia humana, quizá logremos arrancarnos las anteojeras que nos imponen nuestros propios estilos de vida para vernos a nosotros mismos como realmente somos. Debido a su perspectiva biológica, arqueológica, lingüística, cultural, comparativa y global, la antropología tiene la clave de muchas cuestiones fundamentales. Los antropólogos han realizado importantes aportaciones a la comprensión del significado de la herencia animal de la humanidad y, por tanto, a la definición de lo que es característicamente humano en la naturaleza humana. La estrategia antropológica reúne en sí los elementos necesarios para analizar el significado de los actores raciales en la evolución de las culturas y en los avalares de la vida contemporánea. También posee la clave para comprender los orígenes de la desigualdad social en forma de racismo, sexismo, explotación, pobreza y subdesarrollo internacional.
¿Por qué estudiar antropología?
La mayor parte de los antropólogos pasan su vida enseñando en universidades y colegios, y realizando investigaciones
de índole universitaria. Pero cada vez más antropólogos encuentran empleo en puestos no académicos. Los museos, especialmente los de historia natural, arqueológicos y etnológicos han confiado durante largo tiempo en la experiencia de los antropólogos. En los últimos años los antropólogos han tenido una buena acogida en una gran variedad de puestos públicos y privados: en el sector público, en órganos gubernamentales relacionados con el bienestar, el abuso de drogas, la salud mental, el impacto del medio ambiente, la vivienda, la educación, la ayuda exterior y el desarrollo agrícola; y en el sector privado, como asesores de relaciones personales y étnicas y como asesores de dirección en empresas multinacionales; así como miembros de la plantilla de hospitales y fundaciones. Teniendo en cuenta la importancia creciente de estos puestos no académicos como fuente de empleo para los antropólogos, muchos departamentos de antropología de universidades han iniciado o ampliado programas de antropología aplicada (véase Capítulo 15. Antropología aplicada). Estos programas constituyen un suplemento a los estudios antropológicos tradicionales, con preparación en estadística, lenguajes de programación y otros conocimientos adecuados para solucionar problemas prácticos en las relaciones humanas bajo una amplia variedad de condiciones naturales y culturales. A pesar de la ampliación de oportunidades en campos aplicados, el estudio de la antropología continúa siendo de gran valor no sólo por las oportunidades de empleo que presenta, sino por su contribución a la comprensión básica de las variaciones y relaciones humanas. De la misma forma que la mayoría de los estudiantes de matemáticas no llegan a ser matemáticos, la mayoría de los estudiantes de antropología no llegan a convertirse en antropólogos. La antropología juega un papel tan básico como el de las matemáticas en los campos de las relaciones humanas, como el derecho, la medicina, el cuidado de los niños, la educación, el gobierno, la psicología, la economía y la administración de empresas. Sólo siendo sensible y aprendiendo a enfrentarse a las dimensiones culturales de la existencia humana cabe esperar ser efectivo en cualquiera de estos campos. En palabras de Frederica de Laguna, «la antropología es la única disciplina que ofrece un esquema conceptual para el contexto global de la experiencia humana... Es como una carretilla sobre la que pueden acomodarse los diversos temas de una educación liberal, y mediante la distribución de la carga, hacerla más manejable y fácil de llevar» (1968:475). La definición de cultura Cultura es el conjunto aprendido de tradiciones y estilos de vida, socialmente adquiridos, de los miembros de una sociedad, incluyendo sus modos pautados y repetitivos de pensar, sentir y actuar (es decir, su conducta). Esta definición sigue el precedente sentado por sir Edward Burnett Tylor, fundador de la antropología académica y autor del primer libro de texto de antropología general. La cultura... en su sentido etnográfico, es ese todo complejo que comprende conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en tanto que miembro de la sociedad. La condición de la cultura en las diversas sociedades de la humanidad, en la medida en que puede ser investigada según principios generales, constituye un tema apto para el estudio de las leyes del  pensamiento y la acción humanos (1871:1). Algunos antropólogos, empero, restringen el significado de «cultura» exclusivamente a las reglas mentales para actuar y hablar compartidas por los miembros de una determinada sociedad. Estiman que estas reglas constituyen una especie de gramática de la conducta y consideran las acciones como fenómenos de índole «social» más que «cultural». Ésta es la distinción que algunos antropólogos tratan de establecer cuando diferencian la antropología social de la cultural (Goodenough, 1970). Ninguna confusión puede derivarse de la definición más inclusiva, siempre que se tenga el cuidado de indicar si se está hablando de las ideas y sentimientos culturalmente determinados pertenecientes a la vida mental de la gente, de las actividades culturalmente determinadas que realizan con sus cuerpos, o de ambas cosas. Hay otro tipo de distinción entre «social» y «cultural» también bastante frecuente. Algunos sociólogos y antropólogos emplean el término «social» para designar la relación entre los distintos grupos de una sociedad. Para estos científicos sociales, la «cultura» se refiere a los estilos de vida de los miembros de una sociedad, pero no a la estructura grupal de ésta. Con arreglo al uso que seguiremos en este libro, los grupos sociales y sus relaciones mutuas se considerarán como aspectos de la cultura. La familia, por ejemplo, es un grupo social que se ajusta a la cultura de la vida doméstica de una sociedad concreta, pero que también la refleja. ¿Cuál es entonces la definición de sociedad? Una sociedad es un grupo de personas que comparten un hábitat común y que dependen unos de otros para su supervivencia y bienestar. Debido al hecho de que muchas grandes sociedades están constituidas por clases, grupos étnicos, regiones y otros subgrupos significativos, frecuentemente conviene referirse a las subculturas y estudiarlas. Así, por ejemplo, podemos referirnos a la subcultura de los negros norteamericanos, la subcultura de los suburbios o la subcultura de los campesinos en Brasil. Endoculturación y relativismo cultural La cultura de una sociedad tiende a ser similar en muchos aspectos de una generación a otra. En parte, esta continuidad en los estilos de vida se mantiene gracias al proceso conocido como endoculturación. La endoculturación es una experiencia de aprendizaje parcialmente consciente y parcialmente inconsciente a través de la cual la generación de más edad incita, induce y obliga a la generación más joven a adoptar los modos de pensar y comportarse tradicionales. Así, los niños chinos usan palillos en lugar de tenedores, hablan una lengua tonal y aborrecen la leche porque han sido endoculturados en la cultura china en vez de en la de los Estados Unidos. La endoculturación se basa, principalmente, en el control que la generación de más edad ejerce sobre los medios de premiar y castigar a los niños. Cada generación es programada no sólo para replicar la conducta de la generación anterior, sino también para premiar la conducta que se adecué a las pautas de su propia experiencia de endoculturación y castigar, o al menos no premiar, la conducta que se desvía de éstas.
El concepto de endoculturación (pese a sus limitaciones, que analizaremos más adelante) ocupa una posición central enel punto de vista distintivo de la antropología moderna. La incomprensión del papel que desempeña en el mantenimiento de las pautas de conducta y pensamiento de cada grupo forma el núcleo del fenómeno conocido como etnocentrismo. El etnocentrismo es la creencia de que nuestras propias pautas de conducta son siempre naturales, buenas, hermosas o importantes, y que los extraños, por el hecho de actuar de manera diferente, viven según modos salvajes, inhumanos, repugnantes o irracionales. Las personas intolerantes hacia las diferencias culturales, normalmente, ignoran el siguiente hecho: Si hubie5 ran sido endoculturados en el seno de otro grupo, todos estos estilos de vida supuestamente salvajes, inhumanos, repugnantes e irracionales serían ahora los suyos. Todos los antropólogos culturales son tolerantes y sienten curiosidad por las diferencias culturales. Algunos, no obstante, han ido más lejos y adoptado el punto de vista conocido como relativismo cultural, con arreglo al cual toda pauta culturales, intrínsecamente, tan digna de respeto como las demás. Aunque el relativismo cultural es una manera científicamente aceptable de referirse a las diferencias culturales, no constituye la única actitud científicamente admisible. Como todo el. mundo, los antropólogos también se forman juicios éticos sobre el valor de las diferentes clases de pautas culturales. No hay por qué considerar el canibalismo, la guerra, el sacrificio humano y la pobreza como logros culturales valiosos para llevar a cabo un estudio objetivo de estos fenómenos. Nada hay de malo en tratar de estudiar ciertas pautas culturales porque se desee cambiarlas. La objetividad científica no tiene su origen en la ausencia de prejuicios —todos somos parciales— , sino en tener cuidado de no permitir que los propios prejuicios influyan en el resultado del proceso de investigación (Jorgensen, 1971). Limitaciones del concepto de endoculturación En las condiciones del mundo actual no se requiere ninguna sabiduría especial para comprender que la endoculturación no puede explicar una parte considerable de los estilos de vida de los grupos sociales existentes. Está claro que la replicaciónde las pautas culturales de una generación a otra nunca es completa. Las antiguas pautas no siempre se repiten con exactitud en generaciones sucesivas, y continuamente se añaden pautas nuevas. En los últimos tiempos, este fenómeno de innovación ha alcanzado tales proporciones en las sociedades industriales que los adultos, programados como estaban para la continuidad intergeneracional, se han sentido alarmados. El fenómeno en cuestión ha sido denominado «abismo generacional ». Como explica Margaret Mead: Hoy en día, en ninguna parte del mundo hay ancianos que sepan lo que los niños ya saben; no importa cuan remotas y sencillas sean las sociedades en las que vivan estos niños. En el pasado siempre había ancianos que sabían más que cualquier niño en razón de su experiencia de maduración en el seno de un sistema cultural. Hoy en día no los hay. No se trata sólo de que los padres ya no sean guías, sino de que ya no existen guías, los busquemos en nuestro propio país o en el extranjero. No hay ancianos que sepan lo que saben las personas criadas en los últimos veinte años sobre el mundo en el que nacieron (1970:77-78). Evidentemente, la endoculturación no puede explicar el «abismo generacional»; más bien hay que suponer que ha habido una ruptura en el proceso de endoculturación y que un número cada vez mayor de adultos no ha sabido inducir eficazmente a sus hijos a replicar sus propias pautas de pensamiento y conducta. Por tanto, la endoculturación sólo puede explicar la continuidad de la cultura, no su evolución. Incluso en lo que se refiere a la continuidad, la endoculturación tiene importantes limitaciones. Toda pauta replicada no es necesariamente el resultado de la programación de una generación por obra de otra. Muchas pautas replicadas son producto de la reacción de sucesivas generaciones ante condiciones de vida social parecidas. La programación recibida puede incluso diferir de las pautas reales; es decir, la gente puede ser endoculturada para comportarse de cierta manera, pero verse obligada, a causa de factores que escapan a su control, a comportarse de otra. Por ejemplo: la endoculturación es responsable de la replicación de las pautas de conducta asociadas a la conducción de un automóvil. Otra pauta replicada la constituyen los atascos de tráfico. Es evidente que a los conductores no se les programa para provocar embotellamientos, sino para circular con fluidez y eludir los obstáculos. Sin embargo, los atascos de tráfico constituyen un fenómeno cultural sumamente pautado.  El fenómeno de la pobreza exige, como habrá ocasión de constatar, un análisis similar. Muchos pobres se alojan en viviendas, se alimentan, trabajan y constituyen familias según pautas que replican la subcultura de sus padres, no porque sus progenitores deseen que sigan estas pautas, sino porque se enfrentan a los mismos condicionamientos políticos y económicos (véase Capítulo 11. Grupos estratificados: clases, castas, minorías y etnias). La difusión Mientras que la endoculturación hace referencia a la transmisión de rasgos culturales por vía generacional, la difusión designa la transmisión de rasgos culturales de una cultura y sociedad a otra distinta. Este proceso es tan frecuente que cabe afirmar que la mayoría de los rasgos hallados en cualquier sociedad se han originado en otra. Se puede decir, por ejemplo,
que el gobierno, religión, derecho, dieta y lengua del pueblo de los Estados Unidos son «préstamos» difundidos desde otras
culturas. Así, la tradición judeo-cristiana proviene del Oriente Medio, la democracia parlamentaria de la Europa occidental,
los cereales de nuestra dieta —arroz, trigo, maíz— de civilizaciones antiguas y remotas, y la lengua inglesa de una amalgama
de diversas lenguas europeas.
A principios de este siglo (véase Difusionismo p. 183) la difusión era considerada por muchos antropólogos como la explicación
más importante de las diferencias y semejanzas culturales. Los persistentes efectos de este punto de vista todavía
se pueden apreciar en intentos de explicar las semejanzas entre grandes civilizaciones como consecuencia de derivar unas
de otras: Polinesia de Perú, o viceversa; las tierras bajas de Mesoamérica* de las altas; China de Europa, o viceversa; el
Nuevo Mundo (las Américas) del Viejo, etc. No obstante, en años recientes, la difusión ha perdido fuerza como principio
explicativo. Nadie duda de que, en general, cuanto más próximas están dos sociedades, tanto mayores serán sus semejanzas
culturales. Pero estas semejanzas no se pueden atribuir, sencillamente, a una tendencia automática a la difusión de rasgos.
* Mesoamérica es México más América Central.
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Es probable que sociedades próximas en el espacio ocupen ambientes similares; de ahí que sus semejanzas puedan deberse
a la adaptación a condiciones parecidas (Harner, 1970). Existen, además, numerosos casos de sociedades en estrecho contacto
durante cientos de años que mantienen estilos de vida radicalmente diferentes. Por ejemplo, los incas del Perú tuvieron
un gobierno de tipo imperial, mientras que las vecinas sociedades de la selva carecían de cualquier forma de liderazgo
centralizado. Otros casos son el de los cazadores africanos de la selva del Ituri y sus vecinos, los agricultores bantúes, y en
el sudoeste de Norteamérica el de los sedentarios indios pueblo y sus vecinos los apaches, merodeadores nómadas. En otras
palabras, la resistencia a la difusión es tan común como su aceptación. Si no fuese así, no habría conflicto entre los católicos
y los protestantes de Irlanda del Norte; los mexicanos hablarían inglés (o los norteamericanos español) y los judíos
aceptarían la divinidad de Jesucristo. Además, incluso si se acepta la difusión como explicación, aún permanece la cuestión
de por qué el elemento difundido se originó en el primer lugar. Finalmente, la difusión no puede dar cuenta de muchos
ejemplos notables en los que se sabe que pueblos que no han tenido ningún medio de contacto inventaron herramientas y
técnicas similares y desarrollaron formas de matrimonio y creencias religiosas análogas.
En síntesis, la difusión no es más satisfactoria que la endoculturación como explicación de rasgos culturales similares.
Si en la determinación de la vida social humana sólo interviniesen la difusión y la endoculturación, lo lógico sería esperar
que todas las culturas fueran y permanecieran idénticas, pero esto no es así.
No hay que concluir, empero, que la difusión no desempeña papel alguno en la evolución sociocultural. La proximidad
entre dos culturas a menudo influye en la dirección y el ritmo de los cambios, y moldea detalles específicos de la vida sociocultural,
aunque tal vez no logre moldear los rasgos generales de las dos culturas. Por ejemplo, la costumbre de fumar
tabaco se originó entre los pueblos nativos del hemisferio occidental y después de 1492 se difundió a los rincones más
apartados del globo. Esto no hubiera sucedido de haber permanecido América aislada de los demás continentes. Sin embargo,
el contacto, por sí solo, aporta una explicación parcial, puesto que cientos de otros rasgos originarios de América (como
vivir en tiendas de campaña o cazar con arco y flecha) no fueron asimilados ni siquiera por los colonos que se establecieron
en la vecindad de los pueblos nativos.




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