1. La antropología y el estudio de la cultura
En este capítulo se explica qué
es la antropología, a qué se dedican los antropólogos y para qué sirve la
antropología.
También se da una definición de
cultura y se establecen ciertas características generales de las culturas que
en adelante serán empleadas para explicar diferencias y semejanzas culturales.
La antropología es el estudio de la
humanidad, de los pueblos antiguos y modernos y de sus estilos de vida. Dada la
amplitud y complejidad del tema, las
diferentes ramas de la antropología se centran en distintos aspectos o
dimensiones de la experiencia humana. Algunos antropólogos estudian la
evolución de nuestra especie, denominada científicamente Homo sapiens, a
partir de especies más antiguas. Otros investigan cómo el Homo sapiens ha
llegado a poseer la facultad, exclusivamente humana, para el lenguaje, el
desarrollo y diversificación de los lenguajes y los modos en que las lenguas
modernas satisfacen las necesidades de la comunicación humana. Otros, por
último, se ocupan de las tradiciones aprendidas de pensamiento y conducta que
denominamos culturas, investigando cómo surgieron y se diferenciaron las culturas
antiguas, y cómo y por qué cambian o permanecen iguales las culturas modernas. Dentro
de los departamentos de antropología de las principales universidades de los
Estados Unidos las diferentes perspectivas de la antropología suelen estar
representadas por cuatro campos de estudio: antropología cultural (a veces
llamada antropología social), arqueología, lingüística antropológica y
antropología física (Fried, 1972; Goldschmidt, 1979)*. Las distintas ramas de
las principales áreas se describen en el Cuadro 1.1.
* Véase p. 188 para una explicación del
sistema de citas usado en este libro.
Cuadro 1.1
Un cuadro antropológico
Frecuentemente, los antropólogos
se identifican con una o más ramas especializadas pertenecientes a los cuatro
campos más importantes. Lo que
sigue es solamente una lista parcial.
ANTROPOLOGÍA CULTURAL
• Antropología
aplicada. Estudia y hace propuestas para solucionar
problemas prácticos y evaluar resultados.
• Antropología
médica. Estudia los factores biológicos y
culturales en la salud y en la enfermedad y el tratamiento
del enfermo.
• Antropología
urbana. Estudia la vida en la ciudad.
• Antropología
del desarrollo. Estudia las causas del subdesarrollo y
del desarrollo entre las naciones menos
desarrolladas.
ARQUEOLOGÍA
• Arqueología
histórica. Estudia las culturas del pasado reciente
por medio de una combinación de material
escrito archivado y excavaciones
arqueológicas.
• Arqueología
industrial. Usa técnicas de la arqueología histórica
para centrarse en factorías e instalaciones
industriales.
• Arqueología
contractual. Lleva a cabo encuestas arqueológicas para
la defensa del medio ambiente y la
protección de lugares históricos.
LINGÜÍSTICA ANTROPOLÓGICA
• Lingüística
histórica. Reconstruye los orígenes de lenguas
específicas y de las familias de lenguas.
• Lingüística
descriptiva. Estudia la sintaxis y la gramática de las
lenguas.
• Sociolingüística. Estudia el uso actual de la lengua en la comunicación
cotidiana.
ANTROPOLOGÍA FÍSICA (BIOLÓGICA)
• Primatología. Estudia la vida social y biológica de los monos, grandes monos
y otros primates.
• Paleontología
humana. Busca y estudia restos fósiles de
primitivas especies humanas.
• Antropología
forense. Identifica a las víctimas de asesinatos y
accidentes.
• Genética
de la población. Estudia las diferencias hereditarias en
las poblaciones humanas.
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La antropología
cultural se ocupa de la descripción y análisis de
las culturas —las tradiciones socialmente aprendidas— del pasado y del
presente. Tiene una subdisciplina, la etnografía, que se consagra a la descripción sistemática de
culturas contemporáneas. La comparación de
culturas proporciona la base para hipótesis y teorías sobre las causas de los estilos
humanos de vida. Aunque este libro se centra fundamentalmente en los hallazgos
de los antropólogos culturales, los hallazgos de las otras clases de
antropólogos son esenciales para muchos de los temas que se tratarán.
La arqueología
añade una dimensión crucial a esta empresa.
Desenterrando los vestigios de culturas de épocas pasadas, los arqueólogos
pueden estudiar amplias secuencias de la evolución social y cultural bajo
diversas condiciones naturales y culturales. Su aportación a la comprensión de
las características actuales de la existencia humana y al contraste de las
teorías de la causación histórica es imprescindible.
La lingüística
antropológica aporta otra perspectiva crucial: el estudio
de la gran diversidad de lenguas habladas por los seres humanos. Los lingüistas
de orientación antropológica intentan reconstruir la historia de estas lenguas
y de familias lingüísticas enteras. Se interesan por la forma en que el
lenguaje influye y es influido por otros aspectos de la vida humana, por la relación
entre la evolución del lenguaje y la evolución del Homo sapiens, así
como por la relación entre la evolución de las lenguas y la evolución de las
diferentes culturas. La antropología
física fundamenta los demás campos de la
antropología en nuestro origen animal y nuestra naturaleza biológicamente
determinada. Los antropólogos físicos tratan de reconstruir el curso de la
evolución humana mediante el estudio de los restos fósiles. Asimismo intentan
describir la distribución de las variaciones hereditarias entre las poblaciones
contemporáneas, y deslindar y medir las aportaciones relativas de la herencia,
la cultura y el medio ambiente a la vida humana.
¿Por qué la antropología?
Muchas otras disciplinas, además de la
antropología, se ocupan del estudio de los seres humanos. Nuestra naturaleza animal
es objeto de intensa investigación por parte de biólogos, genetistas y
fisiólogos. Sólo en la medicina, centenares de especialistas investigan el
cuerpo humano, y los psiquiatras y psicólogos buscan juntos la esencia de la
mente y el alma humanas. Muchas otras disciplinas —entre ellas la sociología,
la geografía humana, la psicología social, la historia, la ciencia política, la
economía, la lingüística, la teología, la filosofía, la musicología, el arte,
la literatura y la arquitectura— se ocupan de nuestro comportamiento cultural,
intelectual y estético. Están, además, los llamados «especialistas en áreas»,
que estudian las lenguas y estilos de vida de determinados pueblos, naciones y
regiones: «latinoamericanistas», «indianistas», «sinólogos», etc. ¿Cuál es
entonces el rasgo distintivo de la antropología? Lo que diferencia nuestra
disciplina de las otras es su carácter global y comparativo. Otras disciplinas
abordan únicamente un segmento concreto de la experiencia humana o una época o
fase concretas de nuestro desarrollo cultural y biológico. Los hallazgos de la
antropología, en cambio, no se basan jamás en el estudio de una sola población,
raza, tribu, clase, nación, tiempo o lugar. Los antropólogos insisten, ante
todo, en la necesidad de contrastar las conclusiones extraídas del estudio de
un grupo humano o de una determinada civilización con datos procedentes de
otros grupos o civilizaciones. De esta manera, la importancia de la
antropología trasciende los intereses de cualquier tribu, raza, nación o
cultura concretas. Desde la perspectiva antropológica, todos los pueblos y
culturas revisten el mismo interés como objetos de estudio. Por ello, la
antropología se opone al punto de vista de los que creen ser los únicos
representantes del género humano, estar en el pináculo del progreso o haber
sido elegidos por Dios o la Historia para moldear el mundo a su imagen y
semejanza. Para el antropólogo, el único modo de alcanzar un conocimiento
profundo de la humanidad consiste en estudiar tanto las tierras lejanas como
las próximas, tanto las épocas remotas como las actuales. Y adoptando esta
visión amplia de la experiencia humana, quizá logremos arrancarnos las
anteojeras que nos imponen nuestros propios estilos de vida para vernos a
nosotros mismos como realmente somos. Debido a su perspectiva biológica,
arqueológica, lingüística, cultural, comparativa y global, la antropología
tiene la clave de muchas cuestiones fundamentales. Los antropólogos han
realizado importantes aportaciones a la comprensión del significado de la
herencia animal de la humanidad y, por tanto, a la definición de lo que es
característicamente humano en la naturaleza humana. La estrategia antropológica
reúne en sí los elementos necesarios para analizar el significado de los actores
raciales en la evolución de las culturas y en los avalares de la vida
contemporánea. También posee la clave para comprender los orígenes de la
desigualdad social en forma de racismo, sexismo, explotación, pobreza y
subdesarrollo internacional.
¿Por qué estudiar
antropología?
La mayor parte de los antropólogos pasan su
vida enseñando en universidades y colegios, y realizando investigaciones
de índole universitaria. Pero cada vez más
antropólogos encuentran empleo en puestos no académicos. Los museos,
especialmente los de historia natural, arqueológicos y etnológicos han confiado
durante largo tiempo en la experiencia de los antropólogos. En los últimos años
los antropólogos han tenido una buena acogida en una gran variedad de puestos
públicos y privados: en el sector público, en órganos gubernamentales
relacionados con el bienestar, el abuso de drogas, la salud mental, el impacto
del medio ambiente, la vivienda, la educación, la ayuda exterior y el
desarrollo agrícola; y en el sector privado, como asesores de relaciones
personales y étnicas y como asesores de dirección en empresas multinacionales;
así como miembros de la plantilla de hospitales y fundaciones. Teniendo en
cuenta la importancia creciente de estos puestos no académicos como fuente de
empleo para los antropólogos, muchos departamentos de antropología de
universidades han iniciado o ampliado programas de antropología aplicada (véase Capítulo 15. Antropología aplicada). Estos programas
constituyen un suplemento a los estudios antropológicos tradicionales, con
preparación en estadística, lenguajes de programación y otros conocimientos
adecuados para solucionar problemas prácticos en las relaciones humanas bajo
una amplia variedad de condiciones naturales y culturales. A pesar de la
ampliación de oportunidades en campos aplicados, el estudio de la antropología
continúa siendo de gran valor no sólo por las oportunidades de empleo que
presenta, sino por su contribución a la comprensión básica de las variaciones y
relaciones humanas. De la misma forma que la mayoría de los estudiantes de
matemáticas no llegan a ser matemáticos, la mayoría de los estudiantes de
antropología no llegan a convertirse en antropólogos. La antropología juega un
papel tan básico como el de las matemáticas en los campos de las relaciones
humanas, como el derecho, la medicina, el cuidado de los niños, la educación,
el gobierno, la psicología, la economía y la administración de empresas. Sólo
siendo sensible y aprendiendo a enfrentarse a las dimensiones culturales de la
existencia humana cabe esperar ser efectivo en cualquiera de estos campos. En
palabras de Frederica de Laguna, «la antropología es la única disciplina que
ofrece un esquema conceptual para el contexto global de la experiencia
humana... Es como una carretilla sobre la que pueden acomodarse los diversos
temas de una educación liberal, y mediante la distribución de la carga, hacerla
más manejable y fácil de llevar» (1968:475). La definición de cultura Cultura
es el conjunto aprendido de tradiciones y
estilos de vida, socialmente adquiridos, de los miembros de una sociedad, incluyendo
sus modos pautados y repetitivos de pensar, sentir y actuar (es decir, su
conducta). Esta definición sigue el precedente sentado por sir Edward Burnett
Tylor, fundador de la antropología académica y autor del primer libro de texto de
antropología general. La cultura... en su sentido etnográfico, es ese todo
complejo que comprende conocimientos, creencias, arte, moral, derecho,
costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre
en tanto que miembro de la sociedad. La condición de la cultura en las diversas
sociedades de la humanidad, en la medida en que puede ser investigada según
principios generales, constituye un tema apto para el estudio de las leyes del pensamiento y la acción humanos (1871:1). Algunos
antropólogos, empero, restringen el significado de «cultura» exclusivamente a
las reglas mentales para actuar y hablar compartidas por los miembros de una
determinada sociedad. Estiman que estas reglas constituyen una especie de gramática
de la conducta y consideran las acciones como fenómenos de índole «social» más
que «cultural». Ésta es la distinción que algunos antropólogos tratan de
establecer cuando diferencian la antropología social de la cultural
(Goodenough, 1970). Ninguna confusión puede derivarse de la definición más
inclusiva, siempre que se tenga el cuidado de indicar si se está hablando de
las ideas y sentimientos culturalmente determinados pertenecientes a la vida
mental de la gente, de las actividades culturalmente determinadas que realizan
con sus cuerpos, o de ambas cosas. Hay otro tipo de distinción entre «social» y
«cultural» también bastante frecuente. Algunos sociólogos y antropólogos emplean
el término «social» para designar la relación entre los distintos grupos de una
sociedad. Para estos científicos sociales, la «cultura» se refiere a los
estilos de vida de los miembros de una sociedad, pero no a la estructura grupal
de ésta. Con arreglo al uso que seguiremos en este libro, los grupos sociales y
sus relaciones mutuas se considerarán como aspectos de la cultura. La familia,
por ejemplo, es un grupo social que se ajusta a la cultura de la vida doméstica
de una sociedad concreta, pero que también la refleja. ¿Cuál es entonces la
definición de sociedad? Una sociedad
es un grupo de personas que comparten un
hábitat común y que dependen unos de otros para su supervivencia y bienestar. Debido
al hecho de que muchas grandes sociedades están constituidas por clases, grupos
étnicos, regiones y otros subgrupos significativos, frecuentemente conviene
referirse a las subculturas y estudiarlas. Así, por ejemplo, podemos referirnos a la
subcultura de los negros norteamericanos, la subcultura de los suburbios o la subcultura
de los campesinos en Brasil. Endoculturación
y relativismo cultural La cultura de una sociedad tiende a ser
similar en muchos aspectos de una generación a otra. En parte, esta continuidad
en los estilos de vida se mantiene gracias al proceso conocido como endoculturación. La
endoculturación es una experiencia de aprendizaje parcialmente consciente y
parcialmente inconsciente a través de la cual la generación de más edad incita,
induce y obliga a la generación más joven a adoptar los modos de pensar y
comportarse tradicionales. Así, los niños chinos usan palillos en lugar de
tenedores, hablan una lengua tonal y aborrecen la leche porque han sido
endoculturados en la cultura china en vez de en la de los Estados Unidos. La
endoculturación se basa, principalmente, en el control que la generación de más
edad ejerce sobre los medios de premiar y castigar a los niños. Cada generación
es programada no sólo para replicar la conducta de la generación anterior, sino
también para premiar la conducta que se adecué a las pautas de su propia experiencia
de endoculturación y castigar, o al menos no premiar, la conducta que se desvía
de éstas.
El concepto de endoculturación (pese a sus
limitaciones, que analizaremos más adelante) ocupa una posición central enel
punto de vista distintivo de la antropología moderna. La incomprensión del
papel que desempeña en el mantenimiento de las pautas de conducta y pensamiento
de cada grupo forma el núcleo del fenómeno conocido como etnocentrismo. El
etnocentrismo es la creencia de que nuestras propias pautas de conducta son
siempre naturales, buenas, hermosas o importantes, y que los extraños, por el
hecho de actuar de manera diferente, viven según modos salvajes, inhumanos,
repugnantes o irracionales. Las personas intolerantes hacia las diferencias
culturales, normalmente, ignoran el siguiente hecho: Si hubie5 ran sido
endoculturados en el seno de otro grupo, todos estos estilos de vida
supuestamente salvajes, inhumanos, repugnantes e irracionales serían ahora los
suyos. Todos los antropólogos culturales son tolerantes y sienten curiosidad
por las diferencias culturales. Algunos, no obstante, han ido más lejos y
adoptado el punto de vista conocido como relativismo
cultural, con arreglo al cual toda pauta
culturales, intrínsecamente, tan digna de respeto como las demás. Aunque el
relativismo cultural es una manera científicamente aceptable de referirse a las
diferencias culturales, no constituye la única actitud científicamente
admisible. Como todo el. mundo, los antropólogos también se forman juicios
éticos sobre el valor de las diferentes clases de pautas culturales. No hay por
qué considerar el canibalismo, la guerra, el sacrificio humano y la pobreza
como logros culturales valiosos para llevar a cabo un estudio objetivo de estos
fenómenos. Nada hay de malo en tratar de estudiar ciertas pautas culturales
porque se desee cambiarlas. La objetividad científica no tiene su origen en la
ausencia de prejuicios —todos somos parciales— , sino en tener cuidado de no
permitir que los propios prejuicios influyan en el resultado del proceso de
investigación (Jorgensen, 1971). Limitaciones
del concepto de endoculturación En las
condiciones del mundo actual no se requiere ninguna sabiduría especial para
comprender que la endoculturación no puede explicar una parte considerable de
los estilos de vida de los grupos sociales existentes. Está claro que la
replicaciónde las pautas culturales de una generación a otra nunca es completa.
Las antiguas pautas no siempre se repiten con exactitud en generaciones
sucesivas, y continuamente se añaden pautas nuevas. En los últimos tiempos,
este fenómeno de innovación ha alcanzado tales proporciones en las sociedades
industriales que los adultos, programados como estaban para la continuidad
intergeneracional, se han sentido alarmados. El fenómeno en cuestión ha sido
denominado «abismo generacional ». Como explica Margaret Mead: Hoy en día, en
ninguna parte del mundo hay ancianos que sepan lo que los niños ya saben; no
importa cuan remotas y sencillas sean las sociedades en las que vivan estos
niños. En el pasado siempre había ancianos que sabían más que cualquier niño en
razón de su experiencia de maduración en el seno de un sistema cultural. Hoy en
día no los hay. No se trata sólo de que los padres ya no sean guías, sino de
que ya no existen guías, los busquemos en nuestro propio país o en el
extranjero. No hay ancianos que sepan lo que saben las personas criadas en los últimos
veinte años sobre el mundo en el que nacieron (1970:77-78). Evidentemente, la
endoculturación no puede explicar el «abismo generacional»; más bien hay que
suponer que ha habido una ruptura en el proceso de endoculturación y que un
número cada vez mayor de adultos no ha sabido inducir eficazmente a sus hijos a
replicar sus propias pautas de pensamiento y conducta. Por tanto, la
endoculturación sólo puede explicar la continuidad de la cultura, no su
evolución. Incluso en lo que se refiere a la continuidad, la endoculturación
tiene importantes limitaciones. Toda pauta replicada no es necesariamente el
resultado de la programación de una generación por obra de otra. Muchas pautas
replicadas son producto de la reacción de sucesivas generaciones ante
condiciones de vida social parecidas. La programación recibida puede incluso
diferir de las pautas reales; es decir, la gente puede ser endoculturada para
comportarse de cierta manera, pero verse obligada, a causa de factores que
escapan a su control, a comportarse de otra. Por ejemplo: la endoculturación es
responsable de la replicación de las pautas de conducta asociadas a la
conducción de un automóvil. Otra pauta replicada la constituyen los atascos de
tráfico. Es evidente que a los conductores no se les programa para provocar
embotellamientos, sino para circular con fluidez y eludir los obstáculos. Sin
embargo, los atascos de tráfico constituyen un fenómeno cultural sumamente
pautado. El fenómeno de la pobreza
exige, como habrá ocasión de constatar, un análisis similar. Muchos pobres se
alojan en viviendas, se alimentan, trabajan y constituyen familias según pautas
que replican la subcultura de sus padres, no porque sus progenitores deseen que
sigan estas pautas, sino porque se enfrentan a los mismos condicionamientos
políticos y económicos (véase Capítulo 11. Grupos
estratificados: clases, castas, minorías y etnias). La difusión Mientras que la endoculturación hace referencia a la transmisión
de rasgos culturales por vía generacional, la difusión
designa la transmisión de rasgos culturales
de una cultura y sociedad a otra distinta. Este proceso es tan frecuente que
cabe afirmar que la mayoría de los rasgos hallados en cualquier sociedad se han
originado en otra. Se puede decir, por ejemplo,
que el gobierno, religión, derecho, dieta y
lengua del pueblo de los Estados Unidos son «préstamos» difundidos desde otras
culturas. Así, la tradición judeo-cristiana
proviene del Oriente Medio, la democracia parlamentaria de la Europa
occidental,
los cereales de nuestra dieta —arroz,
trigo, maíz— de civilizaciones antiguas y remotas, y la lengua inglesa de una
amalgama
de diversas lenguas europeas.
A principios de este siglo (véase Difusionismo p. 183)
la difusión era considerada por muchos antropólogos como la explicación
más importante de las diferencias y
semejanzas culturales. Los persistentes efectos de este punto de vista todavía
se pueden apreciar en intentos de explicar
las semejanzas entre grandes civilizaciones como consecuencia de derivar unas
de otras: Polinesia de Perú, o viceversa;
las tierras bajas de Mesoamérica* de las altas; China de Europa, o viceversa;
el
Nuevo Mundo (las Américas) del Viejo, etc.
No obstante, en años recientes, la difusión ha perdido fuerza como principio
explicativo. Nadie duda de que, en general,
cuanto más próximas están dos sociedades, tanto mayores serán sus semejanzas
culturales. Pero estas semejanzas no se
pueden atribuir, sencillamente, a una tendencia automática a la difusión de
rasgos.
* Mesoamérica es México más América
Central.
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Es probable que sociedades próximas en el
espacio ocupen ambientes similares; de ahí que sus semejanzas puedan deberse
a la adaptación a condiciones parecidas
(Harner, 1970). Existen, además, numerosos casos de sociedades en estrecho
contacto
durante cientos de años que mantienen
estilos de vida radicalmente diferentes. Por ejemplo, los incas del Perú
tuvieron
un gobierno de tipo imperial, mientras que
las vecinas sociedades de la selva carecían de cualquier forma de liderazgo
centralizado. Otros casos son el de los
cazadores africanos de la selva del Ituri y sus vecinos, los agricultores
bantúes, y en
el sudoeste de Norteamérica el de los
sedentarios indios pueblo y sus vecinos los apaches, merodeadores nómadas. En
otras
palabras, la resistencia a la difusión es
tan común como su aceptación. Si no fuese así, no habría conflicto entre los
católicos
y los protestantes de Irlanda del Norte;
los mexicanos hablarían inglés (o los norteamericanos español) y los judíos
aceptarían la divinidad de Jesucristo.
Además, incluso si se acepta la difusión como explicación, aún permanece la
cuestión
de por qué el elemento difundido se originó
en el primer lugar. Finalmente, la difusión no puede dar cuenta de muchos
ejemplos notables en los que se sabe que
pueblos que no han tenido ningún medio de contacto inventaron herramientas y
técnicas similares y desarrollaron formas
de matrimonio y creencias religiosas análogas.
En síntesis, la difusión no es más
satisfactoria que la endoculturación como explicación de rasgos culturales
similares.
Si en la determinación de la vida social
humana sólo interviniesen la difusión y la endoculturación, lo lógico sería
esperar
que todas las culturas fueran y
permanecieran idénticas, pero esto no es así.
No hay que concluir, empero, que la difusión
no desempeña papel alguno en la evolución sociocultural. La proximidad
entre dos culturas a menudo influye en la
dirección y el ritmo de los cambios, y moldea detalles específicos de la vida
sociocultural,
aunque tal vez no logre moldear los rasgos
generales de las dos culturas. Por ejemplo, la costumbre de fumar
tabaco se originó entre los pueblos nativos
del hemisferio occidental y después de 1492 se difundió a los rincones más
apartados del globo. Esto no hubiera
sucedido de haber permanecido América aislada de los demás continentes. Sin
embargo,
el contacto, por sí solo, aporta una
explicación parcial, puesto que cientos de otros rasgos originarios de América
(como
vivir en tiendas de campaña o cazar con
arco y flecha) no fueron asimilados ni siquiera por los colonos que se
establecieron
en la vecindad de los pueblos nativos.
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